Las rogativas

Las rogativas
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Estamos viviendo una de las primaveras más secas se los últimos setenta años y el que más y el que menos, trata de mirar al cielo buscando las nubes que no llegan y las pocas que pasan van de vacío.

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Unos recurren a ese chico que interpreta las Cabañuelas y los hormigueros para predecir la lluvia y otros tiran nuevas tecnologías con las apps meteorológicas que nos cuentan que en los próximos quince días tampoco se vislumbra agua que aplaque la sequía.

Ante tal desesperación por el líquido elemento, hemos vuelto a lo tradicional, a desempolvar santos y recurrir a la religión como refugio de nuestros males, a ver si “el de arriba” se da por enterado, pues que mejor que darle un toque sacando de paseo a vírgenes, cristos y fieles colaboradores del Señor.

Entre esos colaboradores yo apostaría por San Gregorio Nacianceno, protector de la plagas del campo, pues como sabemos el agua lo mismo puede ser una bendición como una maldición en función de como caiga, algo parecido pasa con las palabras, según como y quien las digan.

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Por ello estamos en tiempo de rogativas, y no me refiero a la campaña electoral, si no a rogar a Dios por medio de sus ministros en la tierra por agua para los campos, hasta el arzobispo de Toledo ofició una misa para pedir agua y paliar los efectos de la sequía.

Y uno que es de aprovechar las ocasiones, y más cuando tan altas instancias piden al Altísimo…,pues por pedir que no quede.

Pidamos por ejemplo: unos precios más justos para nuestros agricultores y ganaderos; una política agraria común con menos burocracia y más flexible; unos seguros agrarios que realmente aseguren las posibles catástrofes sobre el campo y no deje, prácticamente fuera, a la sequía; una apuesta por las explotaciones extensivas y tradicionales poniéndolas en valor; también pidamos para que las tierras productivas se utilicen únicamente para fines agrícola y no para extensos campos de placas fotovoltaicas y por último pidamos apostar por un relevo generacional en el campo, haciendo ver a los jóvenes que la actividad agropecuaria es una actividad con futuro de la que se puede hacer un proyecto de vida.

Ambiciosos somos, no vamos a negarlos, tanto que ante tal avalancha de peticiones seguro que hasta el bueno de San Isidro, dejará los bueyes a los ángeles para ayudar a San Gregorio en tan ardua tarea, pues aunque muchos urbanitas lo ignoren, el campo no es solamente ese sitio de disfrute de un fin de semana, es el medio de trabajo de millones de familia y el que nos proporciona los alimentos necesarios para llenar nuestras despensas, porque no solo el agua será en los próximos años un elemento a tener en cuenta dentro de la geopolítica, también lo serán los alimentos y un país sin agricultura y ganadería propia, queda a expensas de otros.

 No nos quedará otra que mirar para el terruño, esperemos que cuando miremos ya no sea demasiado tarde y solo encontremos un erial.

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