A qué esperas Talavera
Aunque no de manera oficial oficial, este miércoles se ha confirmado que la línea de alta velocidad pasará por Talavera de la Cerámica a la vista de todos.
Algo que ya se presumía en diciembre de 2020 cuando se conoció el estudio informativo -que venía del estudio estudiado estudiosamente- que planteaba varias opciones de trazado y en ninguna de ellas se contemplaba el soterramiento de las vías a su paso por el casco urbano de Talavera. Y más se presumía cuando los seis meses para resolver las alegaciones van por 34; o cuando comenzaron a hacernos entender que en superficie el AVE es más bonito; y más recientemente cuando nos dijeron que no había que cerrarse a alternativas.
Treinta y cuatro meses en los que se ha dicho, visto, oído y escrito de todo, con esa habitual pataleta improductiva y con la consiguiente tirada de trastos a la cabeza de los que son o serán actores responsables de tamaño desaguisado.
Porque ya han comenzado, bueno, siguen los lamentos y las culpas y aquí no se salva nadie. José María Aznar en política es protohistoria, y desde entonces el trazado del AVE Madrid-Lisboa ha sido un arma arrojadiza dependiendo de quién tuviera que poner los dineros durante los últimos veintitantos años. Hablando de dineros, Europa está que los tira y a diario vemos circular y conceder cientos, incluso miles de ellos, a iniciativas que se escapan al raciocinio del común de los mortales y ¿no los hay para una infraestructura que perdurará decenas, por no decir cientos de años?
Políticos, adalides, pensadores y expertos varios han llenado miles de páginas en los medios de comunicación, a veces de forma cansina, reiterativa, sesgada…, pero nunca han realizado acciones con el valor, el arrojo y la determinación que precisa la cosa. Quizás haya llegado la hora.
De momento, voy abriendo un nuevo documento de Word. Mucho me temo.
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