La realidad frente al discurso

La realidad frente al discurso
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Las campañas electorales cada vez son más imprevisibles y cada vez tienen menos efecto sobre el resultado electoral.

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En un país que está en constante campaña electoral, donde a todo se le da una interpretación política y donde hace mucho que el sosiego ha desaparecido del debate, será muy interesante ver el resultado final de todo el proceso.

Desde que la izquierda llegó al gobierno con Pedro Sánchez, se inició una campaña de acoso y derribo brutal que no ha parado ni un instante.  Los medios de comunicación, en su totalidad, se han convertido en medios de publicidad y de opinión. Es imposible encontrar un espacio de información digno de tal nombre y que ofrezca información fidedigna. Y esto es algo que traerá graves consecuencias.

La derecha mediática ha llenado de bazofia el debate y los partidos que patrocinan le van a la zaga, pues con líderes de trapo y propuestas simplonas, no puede más que dejarse llevar por esos líderes de opinión que les marcan el paso y les dictan los discursos.

Si a estas alturas alguien cree que Feijoo, Abascal o Ayuso pintan algo en el panorama político, es que no se han enterado de nada de lo que pasa. Son simples peleles manteados por importantes intereses económicos que tras los innegables éxitos en la gestión del gobierno de Pedro Sánchez ven peligrar su capacidad de controlar todo el sector productivo y económico del país.

Si las políticas de Sánchez y del gobierno de izquierdas triunfan y obtienen un buen resultado en las elecciones del domingo 28, verán amenazada su hegemonía y tendrán que claudicar en aspectos sociales que nunca han imaginado. No están por la labor de dejar de ganar un solo euro y por eso se juegan tanto en estas elecciones.

Tanto es así, que se han preocupado mucho de que el debate no vaya sobre la gestión de los ayuntamientos o de las comunidades autónomas. Por el contrario, han puesto en el centro del debate cuestiones tan lejanas y sin sentido como ETA, la caza, los toros o la integridad nacional.  Nada de todo esto tiene trascendencia alguna en estas elecciones y sin embargo ocupa gran parte de los mensajes.

La derecha no quiere hablar de economía, ni de infraestructuras, ni de gestión sanitaria, ni de educación ni de empleo ni de tecnología ni de nada que incida de forma clara en la calidad de vida de los ciudadanos. ETA es el eje de su discurso porque así lo han decidido los que saben que solo apelando a un enemigo tan muerto como despreciable, y llenado de mentiras, mierda y bulos todo lo que pueda rodear a ese debate, pueden desviar la atención y hacer olvidar a la gente que España ha salido con nota de la peor crisis que pudiéramos imaginar.

Las redes sociales y la globalización de la comunicación son las herramientas más útiles para difundir mentiras y condicionar voluntades y opiniones. Pero si algo no pueden ocultar los bulos son los hechos, la realidad cotidiana y ahí es donde debe estar la izquierda y donde debe llevar a la gente.

La realidad es que ETA no existe, gracias a la lucha de todos. La realidad es que hay más y mejor empleo. La realidad es que Cataluña ya no es un problema como sí lo fue con Rajoy y el PP. La realidad es que todos los índices económicos de España mejoran cada día. La verdad es que todo lo malo que se auguró con las medidas del gobierno era mentira. En definitiva, la realidad es que la gente tiene más y mejores expectativas de calidad de vida y ese sí que es un arma de destrucción masiva para la derecha.

Sin el miedo, quienes manejan a esta derecha pusilánime, no son nada. Votar sin miedo el domingo y con la cabeza puede desterrar ese debate que nos divide y nos enfrenta y centrarlo en lo mucho que podemos conseguir juntos.

Un éxito de la derecha será un fracaso de la gente.

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