Luis Antonio: Gracias por todo

Luis Antonio: Gracias por todo
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Su nombre no es pronunciado en una conversación como Luis Antonio o González. Siempre ha sido, de corrido, Luis Antonio González Madrid al que le ha llegado el día más temido por los españoles: el día de las alabanzas. Un día donde, por fin, te reconocen los méritos que es, a la vez, el día en que no puedes oír nada.

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La vida de cada uno de nosotros debe una muerte. Una deuda que se pagará tarde o temprano. Luis Antonio González Madrid ha pagado su deuda con la vida y sólo cabe pedir que el tránsito haya sido leve y confortar a su familia por la pérdida.

Fui alumno suyo en la asignatura de Estadística en aquella Escuela de Maestría Industrial a la que tanto debo y a la que se ha borrado el nombre en pos de la modernidad y, vaya usted a saber por qué, por un complejo de inferioridad mal entendido.

Por la razón que fuese, aquel profesor creyó en mí toda su vida: Me defendió en días malos y me apoyó con energía en los días buenos. Por eso, tanto mi familia como yo, le guardamos una gratitud eterna.

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Nunca entendí su candidatura en el partido de Adolfo Suárez. Menos en él, que habría podido ser candidato al senado si hubiese aceptado la oferta que le hice en 1979. La rechazó contundentemente.

Cuando llega a la alcaldía de Talavera, Luis Antonio González Madrid no era un novato. Había participado en el franquismo dentro del Consejo Económico Sindical de la Zona Oeste de la provincia de Toledo, encargado de redactar las propuestas para los Planes de Desarrollo. Según confesión propia estuvo a punto de ser nombrado alcalde de Talavera de la Reina en sustitución de Justiniano Luengo Pérez a propuesta del gobernador civil, Jaime de Foxá. El gobernador terminó eligiendo a Aureliano Prieto.

Cómo serían las esperanzas de la corporación de 1987 o el rencor acumulado en Talavera, que Luis Antonio González Madrid resultó elegido alcalde teniendo el CDS sólo cuatro concejales. Armó una mayoría sólida a su alrededor. Una mayoría que, cuando le visité para felicitarle, estaba angustiada por la falta de dinero y la más que probable suspensión del servicio de autobuses urbanos. La mayoría que nadie entendía funcionó. Y funcionó a pesar de los pesares. Tuve ocasión de explicar a Alonso Puerta, jefe del PASOC que Federico de la Fuente no iba a cambiar de opinión, que de todo lo que pudiera depararle el futuro, nada le llevaría a votar al candidato socialista. Lo mismo hice con Pedro Pablo Novillo, a la sazón secretario general del PCE en Castilla-La Mancha que encontraba inverosímil que Nazario García gobernase con la derecha. Pero es que estos dos concejales de IU habían asumido el compromiso de poner coto al gobierno de la ambición desmedida.

Aquel gobierno de bisoños se empeñó en auditorías, revisiones de obras y angustias económicas, pero tuvo tiempo de poner en primer turno de soluciones el de la participación ciudadana hasta entonces tan pregonada y tan mutilada.

Luis Antonio González Madrid fue alcalde demasiado poco tiempo. En su toma de posesión afirmó: “Llego al Ayuntamiento sin prejuicios. No estoy contra nada y contra nadie y no me mueve más que el servicio a Talavera, lo que es lo mismo que decir a todos vosotros. Quiero convertir el ayuntamiento en una supernova que brille con la luz de la libertad, respeto, igualdad, solidaridad y justicia. Quiero que el pueblo de Talavera me vea como un compañero, un amigo y un conciudadano más.” En la bancada de enfrente le contestaron: “Vd. pasará a la historia de esta ciudad como el alcalde que engañó”. Es la diferencia entre un caballero y un lerdo. Entre el deseo de ver brillar una supernova y el de ver brillar lo peor de la política.

Adiós pues al compañero, al amigo y al conciudadano. Luis Antonio, gracias por todo.

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