Talavera, entre un gran año y otro mejor
Talavera de la Reina ha cerrado un gran año y arranca el 2023 con la esperanza, quizás convencimiento, de que sea aún mejor. Las perspectivas son halagüeñas pero los tiempos de la política muchas veces son inescrutables. Eso sí, la doble cita electoral siempre ayudará, y para bien.
Talavera acaba el año con menos paro y más habitantes -tampoco para echar cohetes-, principales indicadores de la salud de un municipio.
El 2022 ha sido el año de la consolidación de la Talavera Tecnológica, que empieza a mirarse con envidia allende nuestras fronteras, en especial en la capital, donde también han comenzado a dar pasos que esperemos no entorpezcan la acelerada e imparable marcha que lleva en la Ciudad de la Cerámica. Una consolidación que lleva aparejada la confianza generada para la inversión y el establecimiento de empresas de primera línea, que suponen algo más que los puestos de trabajo inmediatos.
Pero la noticia del año recién terminado fue el anuncio del proyecto de implantación de Meta en Torrehierro, a la que se le ha tendido puente de plata con alfombra roja. No han tardado en salir a la palestra los agoreros tendenciosos, pero me rio yo de las dificultades económicas de los multimillonarios y de las multinacionales que viven y sobreviven principalmente con la inversión desenfrenada. Si lo necesitan, han señalado ubicación y se han dado todo tipo de facilidades sin dilación y con celeridad, por qué se van a echar atrás.
En Talavera no se había visto antes tantos proyectos para impulsar el turismo, para colocar a la Ciudad de la Cerámica en ese mercado que no para de crecer y que supone buena parte del PIB de un municipio. La ejemplar e imparable recuperación del patrimonio iniciada, y sin solución de continuidad, supondrá el sólido cimiento donde seguir creciendo en este aspecto. La adhesión a un buen número de redes, plataformas y rutas que la sitúan en muchos mapas turísticos es otra buena base sobre la que apoyarse. Talavera Ferial también ha aportado en este sentido su granito o grano, con numerosas inversiones hechas y por hacer, y doblando el número de ferias, abriendo, además, los pabellones a otro tipo de eventos que por multitudinarios (Warhammer) o que por atención multisectorial colocan a Talavera como lugar de encuentro preferente para citas, foros y congresos. Y hay compromiso y trabajo para seguir creciendo.
En infraestructuras, por fin, tras quince años mareando la perdiz, se ha cerrado la circunvalación sur. En el debe quedará el doble carril lógico y deseado, una oportunidad perdida y de la que todavía no conocemos la razón, y no creo que sea del todo la económica. El también anhelado aparcamiento en la estación de tren; las mejoras en la Policía Local y en los bomberos, y las que están por llegar; el número de oposiciones que por estos lares ya se habían olvidado; las actuaciones urbanísticas de calado que están transformando o van a transformar el casco urbano y el extrarradio; las promociones privadas de viviendas o plazas geriátricas; las inversiones en instalaciones deportivas (sin paragón), o en los centros educativos (ídem); el mimo y el impulso a la cerámica y al Conjunto Histórico; o el incremento del caudal del río Tajo (insuficiente, pero algo es algo) son otros asuntos destacables del año que termina y que marcan igualmente la temperatura y salud de una ciudad.
Pero lo mejor está por venir porque, si bien no son tangibles en este momento, se han anunciado, iniciado o han avanzado en este 2022 los trámites para ampliar la universidad y dotarla de personalidad jurídica como campus; la nueva Escuela Oficial de Idiomas no se va a demorar más; la Agenda Urbana, el Plan de Sostenibilidad, la Zona de Bajas Emisiones o la administración electrónica, que van a hacer de Talavera una ciudad moderna del siglo XXI; el ambicioso y macro proyecto Mira al Río con la recuperación de la central hidroeléctrica; el Mueso de Historia y la consiguiente rehabilitación de la Casa de los Canónigos (que se quería privatizar): el nuevo Palacio de Justicia (olvidando la ampliación, hormigón mediante, sobre el Foro Romano, que deberá seguirse nutriendo de fondos para su excavación); los Jardines del Prado (que con el tiempo nos alegraremos); el desdoblamiento de la N-V (ese que lleva coleando también quince años y que por fin ha despegado); las rotondas de Gamonal y Velada; la creación sensata de suelo industrial en el este de la ciudad y no sobre un yacimiento arqueológico, El Saucedo, que tiene comprometida una nueva actuación; el inicio de la electrificación de la vía del tren (aunque vaya para largo); la recuperación de la clínica La Milagrosa; las actuaciones urbanísticas (Plaza del Pan, Cines Calderón, San Francisco, etc.); el nuevo centro de salud Talavera-Centro; las segundas urgencias en Atención Primaria; la unidad de Hemodinámica… son proyectos sin vuelta atrás y que a lo largo de 2023 avanzarán irremisiblemente o se concretarán en su totalidad en muchos de los casos.
Y claro que hay debe, y mucho, normal tras muchos años de indolencia y apatía, sin norte ni proyecto de ciudad. El más importante aunque no sea municipalista, el AVE (sigo pensando que a todas luces innecesario, y menos pasando por Toledo, y que con un tren de altas prestaciones, doble vía electrificada y una lanzadera Talavera-Madrid sería suficiente) y su soterramiento (sí o sí, no vayamos a hacer un remake de Valladolid).
Y más debe: la UVI pediátrica; el grado de Veterinaria, la huerta del Alberche y sus empresas transformadoras en Torrehierro I; el conservatorio público, el CAR de Piragüismo o el abono E-2, que también están ahí viviendo el sueño de los justos y que ya va siendo hora de que comiencen a hacerse realidad.
Talavera ha cogido una vía rápida hacia el progreso y la modernización, haciendo de paso realidad muchas reivindicaciones históricas y necesarias, y esperemos, por el bien de todos, que no descarrile y que tampoco la frenen.
¿Cuál es tu reacción?