Las encuestas y cosas de la campaña

Las encuestas y cosas de la campaña
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Ya se ha acabado el tiempo para publicar encuestas, lo que supone que la campaña electoral entra en sus últimos días. Las encuestas tienen el valor que se las quiera dar y se encargan, principalmente, para que expresen lo que las formaciones políticas quieren ver. En Talavera, por ejemplo, se apreciaban mucho las consultas que Javier Corrochano y un grupo de sus alumnos hacían. Eso sí, las efectuaban el mismo a pie de urna.

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En las elecciones locales de 1995, la encuesta que puso en marcha Corrochano acertó el resultado. Creo que la hizo para Radio Nacional; pero cuatro años después, la Cope le volvió a encargar otro muestreo y falló. Al parecer, muchos de los encuestados mintieron a la hora de decir la papeleta que habían depositado.

Hasta la pasada semana, se han podido leer distintas encuestas, con diferentes resultados, pero todas ellas, a excepción de la del CIS, pecaban de una cosa: el muestro realizado era mínimo y por ello no puede ser muy significativo. Es más, los partidos han seguido con la campaña programada sin tener en cuenta esto.

Y siempre que vivimos una campaña electoral me acuerdo de un mitin que ofreció Ángel del Valls, un concejal y diputado provincial de la extinta UCD, cuando esta democracia comenzaba a andar. En las primeras filas, muy cerca del escenario en el que disertaba el político, se encontraba un señor de cierta de edad y Ángel –que era muy dicharachero y siempre ha tenido eso que se llama don de gentes- le preguntó al final de su alocución qué le había parecido.

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El oyente en cuestión le respondió: yo no quiero que me dé la luna. Me conformó con que no me quite la libertad. Ahora, muchos años después, parece una quimera aquello de perder la libertad, pero los candidatos siguen ofreciendo la luna si nos atenemos a las muchas promesas electorales que se han oído a lo largo de la geografía provincial.

Algunas formaciones han confeccionado un programa único para todo el país y, por eso, se puede leer ciertas incongruencias y otras airean promesas que para que se hicieran realidad habría que reformar el Estatuto de Autonomía, algo no tan fácil por lo que ello conlleva. Además, en ciertos casos se detecta cierta falta de preparación y un alto porcentaje no llegan al votante. Esto sin citar los proyectos que sencillamente son arcaicos.

En estas jornadas, en las que parece que vale todo, también he observado como algunos integrantes de la candidatura critican el cambio de rumbo de los adversarios políticos cuando ellos –quizá mejor ellas- no hace mucho tiempo estaban en otra orilla y llegaron incluso a gobernar bajo esas siglas.

Quedan únicamente cuatro días para que se conozca el resultado electoral. Si el asunto hay ido bien, se sacará pecho y se vanagloriarán de lo buenos que son. Pero, si va mal, se comenzará a buscar culpables. Y serán principalmente dos: el pueblo, al que acusarán de que no sabe lo que vota, y la prensa, a la que tildará de comprada.

Y para terminar, diré que me ha extrañado muchísimo que en esta campaña se haya utilizado más en Talavera la palabra talaverismo que talaveranismo. ¿Por qué será?

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