El torero de la tierra corta tres orejas la tarde de su doctorado

Carlos Aranda sale a hombros el día que toma la alternativa junto a un estelar Juan Ortega

Carlos Aranda sale a hombros el día que toma la alternativa junto a un estelar Juan Ortega
Carlos Aranda y Juan Ortega salen por la puerta grande. (Reportaje gráfico de Alejandro Lara)
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Carlos Aranda se ha convertido en matador de toros. Se ha doctorado de manos de Morante de la Puebla y como testigo Juan Ortega en la plaza de toros de Manzanares (Ciudad Real) ante una corrida de la ganadería de Castillejo de Huebra.

El castellanomanchego ha cortado un total de tres apéndices en el día de su alternativa, donde Juan Ortega, ha dado una lección de toreo ante los murubes y ha cortado cuatro orejas a su lote. Morante de la Puebla sorteó el lote con menos posibilidades y cortó una oreja a su primero.

‘Aldeanito’ de Castilejo de Huebra fue el toro de la alternativa de Carlos Aranda. Se mostró seguro y digno en su actuación. Toreó con gusto con la capa donde dejo un bonito recite por verónicas. Ya en la muleta planteó la faena por el pitón izquierdo del toro y al natural. Ahí es donde más eco tuvo esta y donde más se enceló el de Castillejo de Huebra.

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Aplomado y con gusto toreo al natural. Dejó y cerró un final de faena bonito y acompasado por abajo con un trincherazo para el recuerdo. El pinchazo hondo con la espada tardó en hacer efecto pero hizo un buen uso del descabello para cortar la primera oreja al toro de su alternativa.

El sexto y último de la tarde, que cerraba plaza, se lo brindó a Manuel Amador, empresario taurino del coso. Otro toro muy válido de Castillejo de Huebra para plantearle faena. El inicio fue bueno y con torería. Calando en los tendidos y con su gente haciéndose notar en estos en un día tan importante para él.

Momento en el que Carlos Aranda toma la alternativa.
Momento en el que Carlos Aranda toma la alternativa.

Pero la faena se fue diluyendo poco a poco. A pesar de ello metió la espada de forma hábil aunque poco ortodoxa para cortar dos orejas bastante excesivas por parte de la presidencia. De este modo, Carlos Aranda, ponía el broche de oro en el día de su alternativa. Acompañando a Juan Ortega a hombros de la plaza de toros de Manzanares.

Qué a Morante de la Puebla le embista un toro es tan difícil como eso de buscar una aguja en el fondo de un pajar. Pues eso mismo le volvió a pasar al de La Puebla del Río ante los murubes de Castillejo de Huebra. Nuevamente sorteó el peor lote posible y con menos posibilidades de una corrida bastante decente.

En su primer envite cortó la única oreja de su comparecencia ante un toro noble y soso, al que le faltó mucho motor. El cigarrero estuvo por encima del animal en todo momento.
Dejó su sello con la capa donde firmó tres verónicas para el recuerdo haciendo reventar los tendidos de la plaza.

Bella factura

Colocación, temple y suavidad tuvo en su muleta. Siempre por encima del animal. Dejó algún natural suelto de bella factura pero apenas tuvo oponente delante. Destacaron los molinetes abrochados en el final de las tandas y los remates por detrás de la cadera. Metió la mano con habilidad y el toro cayó rodado. Cortando una oreja que debieron de ser dos por el cómputo general y que la presencia se negó a otorgar esta segunda, ante una petición abrumadora nuevamente.

En el cuarto de la tarde -segundo de su lote- Morante fue abroncado y abucheado ante un manso de libro. Morante no pudo hacer nada en ningún momento. El andaluz lo probó en un pozo sin fondo y se lo quitó del medio de un feo espadazo; recibiendo una bronca y pitos por parte del público.

Con este toro tomó la alternativa Carlos Aranda.
Con este toro tomó la alternativa Carlos Aranda.

Juan Ortega fue el triunfador absoluto de la tarde y firmó una de las faenas más importantes de lo que va de temporada taurina hasta el momento. De hecho, a partir de esta gesta, a Juan Ortega podrían ponerle perfectamente una calle a su nombre en Manzanares. Que borrachera de torería por parte del sevillano.

Ante su primero el toreo a la verónica tuvo muchos quilates y las verónicas las recitó de una en una con una dulcera exquisita. Al compás, despacio y con los pies clavados sobre la arena. Al alcance de muy pocos sin lugar a dudas. La faena con la muleta estuvo cargada de improvisación, duende sevillano y sobre todo torería.

Si, esa palabra que es tan fácil pronunciar, pero tan difícil de ejecutar. Y Ortega la tuvo durante toda la tarde. Juan firmó una obra de arte que no mereció un pinchazo con la espada donde probablemente esas dos orejas que había cortado, hubiesen ido acompañadas del rabo. Ortega puso a todo el público de acuerdo a costa de una borrachera de toreo.

Al quinto -que fue premiado con la vuelta al ruedo- le volvió a desorejar. Otras dos orejas al esportón del sevillano. Nuevamente se lució con la capa donde exprimió su toreo con la verónica y dejó una bonita media para cerrar con la capa. A ello debemos de sumarle un precioso quite por chicuelinas para llevar el toro al caballo.

La faena con la muleta fue toda una lección. Una lección de cómo andarle en la cara del toro y ligar de uno en uno con su mano izquierda. Otra faena para ponerla en las escuelas. El broche final lo puso con una estocada en todo lo alto para cortar las dos orejas.

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