AVEr qué pasa aquí
Uno llega de vacaciones y asiste con estupor no a las últimas novedades de la línea de alta velocidad Madrid-Lisboa, cuya endémica demora ya no sorprenden a nadie, sino a cómo nuestros políticos implicados trasladan lo acontecido en el VIII Foro del Corredor Atlántico del Sudoeste Ibérico.
En ese alarde de giros y circunloquios que los compañeros de los respectivos gabinetes de prensa tienen que hacer para decir sin decir, para suavizar la cruda realidad, el común de los mortales afina para comprender entre líneas qué hay de nuevo y verdad en esta vieja demanda que cumple dos décadas largas de promesas incumplidas por todos los gobiernos centrales que han tenido la responsabilidad de acometer esta infraestructura.
A todos ellos les ha venido que ni pintado que Portugal haya pasado categóricamente de esa línea de unión entre las dos capitales de Iberia (ahora la UE les urgirá a ello) para dedicar buena parte de esos dineros a otros territorios que coyunturalmente y políticamente más interesaban. Y si ahora, como ha trascendido en ese foro, tienen que hacer un puente sobre el río Tajo que tardaría unos nueve años en construirse y tres más entre los siempre cadenciosos trámites administrativos de redacción de estudio informativo, declaración impacto ambiental, licitación del proyecto, de las obras…, pues díganme qué panorama.
También hemos sabido que como pronto, y yo no apostaría ni un ‘guil’, la electrificación de toda la vía española tendría fecha de 2027, la conclusión de las obras en el tramo de la provincia de Toledo la de 2030 “o en la fecha más próxima”, y que Felipe VI inauguraría el AVE Madrid-Lisboa en 2035. Todo en condicional condicional, pero que muy condicional.
Puede ser peor, pues sí; y para Talavera de la Cerámica más, siempre en el furgón de cola. Que las vías no se van a soterrar en el casco urbano es ya un axioma. Ya se vio en ese estudio informativo de marras, en la interminable demora para resolver las alegaciones, lo dio a entender o se le escapó al alcalde hace unos meses y “un cambio de estación con una potente integración en superficie”, como se dijo el lunes, es leche (blanco y en botella). La resolución, para otoño.
Por Toledo la cosa pinta mejor, por lo que tendrá su segunda estación AVE en el Polígono para no mancillar su patrimonialidad de la humanidad y en pocas semanas se conocerá esa decisión de manera oficial.
En el foro de las fotos con sonrisas de oreja a oreja de nuestros políticos lo que transcendió no tiene gracia. Será por eso que no han querido hablar claro.
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