La A-5 y otros pecados
El anónimo autor del Lazarillo de Tormes tuvo a bien localizar la primera parte de su obra a lo largo del camino real que iba de Valladolid a Toledo y así, una de sus paradas fue en Maqueda. En la villa toledana el Lazarillo cambia de amo y entra a servir con un viejo clérigo, mala elección la del pícaro que pasó de Málaga a Malagón.
Parece ser que el Ministerio de Transporte y Movilidad Sostenible también ha querido hacer parada y fonda en Maqueda, donde hace años quedó inconcluso otro proyecto estatal: el museo de la Guardia Civil en su castillo, para culminar allí la ampliación del tercer carril de la A-5, con inicio en Madrid y que solo llegará hasta esta villa.
Más allá de Maqueda debe estar el Non Plus Ultra herculino de los atascos y retenciones de la Autovía de Extremadura, es decir: o bien los técnicos del Ministerio de Transporte y Movilidad no ven necesario el tercer carril o son los técnicos de Hacienda quienes no creen oportuno tal derroche económico para el oeste de la provincia de Toledo, que como decía Lázaro sobre su hambre en Maqueda y la poca empatía que tenía el clérigo con su rugir de tripas: “…que si por malos de mis pecados me desmandara a más de mi tasa, me costara caro.”, pues con los de la A-5 es similar, no vaya a ser que nos pasemos en lo poco que no nos pueda corresponder.
Con el Estado de las Autonomías y las ayudas económicas de la Unión Europea, se vertebró gran parte del territorio nacional convirtiendo las antiguas carreteras nacionales en autovías, sin duda fue un ejemplo de bien hacer y solidaridad interterritorial. Una vez que nuestras comunidades autónomas se han hecho mayores, convirtiéndose en verdaderas taifas, ahora “el que más chifle, capador”, y solo alzando duramente la voz desde los gobiernos regionales o teniendo la inestimable ayuda de unos preciados votos con los que presionar al Ejecutivo, se revierten situaciones que parecían imposible. Lo vemos todos los días.
Parece que la ampliación del tercer carril hasta Talavera solo preocupa a aquellos talaveranos y adyacentes que ven como día a día los agravios con esa tierra se van incrementando.
Desde Talavera y sus comarcas limítrofes son miles los ciudadanos que utilizan la A-5 para sus desplazamientos laborales, por estudio o simplemente por placer, de igual forma que son miles los madrileños que huyen cada fin de semana para encontrar un pequeño oasis de paz en los pueblos próximos a Talavera y extremeños. Parece que nadie quiere ver que donde hay movimiento de personas también hay movimiento económico.
Al agravio de la A-5 habría que unir el del decimonónico ferrocarril que aun hoy tienen que soportar los talaveranos y cuya finalización del proyecto de un tren de alta velocidad no se vislumbra en el horizonte más próximo, ni aun estando el día claro y que bien seguro debe ser la alternativa de “movilidad sostenible”, como reza el nombre del ministerio, a la autovía.
Es muy posible que cuando el tercer carril esté en uso, una vez pasado Maqueda, la A-5 se convertirá en un cuello de botella, ese mismo cuello que lleva años apretando pero sin ahogar al oeste toledano, sumiéndole en una depresión social y económica.
Eso sí, casi a la par de la información de carril de la A-5 nos estampan con la noticia de la creación de un aeropuerto de iniciativa privada a 88 kms de Talavera, una infraestructura que prevé crear unos 64.000 puestos de trabajo directos, indirectos e inducidos en los primeros diez años de funcionamiento.
Que digo yo, que muchos de esos futuros trabajadores podrán ser de pueblos aguas abajo de Maqueda, o podrían optar por vivir en Talavera y sus comarcas, dada la situación de la vivienda al otro lado de la frontera y la taifa madrileña.
Pues mira por donde, si esto fuera así, se toparían con el cuello de botella de la A-5, y es que en este país lo de la coordinación y visión de futuro de las administraciones brilla por su ausencia. Así nos va.
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