Alberto Godoy, otro amigo que nos deja
Ya se han ido de entre nosotros Calvo, Mario, Adolfo y alguno más. Y ahora, cuando más aprieta el calor, nos dejas tú: el friolero de Alberto Godoy Montero. La noticia de tu muerte, que nos llegó en la tarde de ayer, supuso una certera puñalada en el corazón para todos aquellos que compartimos momentos, horas, cursos y años contigo en aquellos colegios talaveranos de la época.
Por aquel entonces, cuando comenzó nuestra andadura juntos, éramos unos niños y permanecimos unidos por los pupitres hasta los dieciséis años. Fue al final del Bachillerato cuando comenzaste a destacar por tratar de dar a conocer las ideas de las que estabas convencido. Siempre fuiste un poco vanguardista, quizá por ello no nos extrañó mucho que entraras de lleno en la contienda política.
En aquella época, en nuestro curso, existían dos facciones muy delimitadas. Una de ellas era la corriente nacional sindicalista que la representaban, entre otros, Adolfo y Vitín y la de izquierdas, comandada por ti y por Juan Acevedo.
No se me olvidan las luchas internas que había a la hora de elegir los discos para analizarlos en el discoforum de clase. Ellos querían la música rock y pop y vosotros elegíais a los cantautores y la canción protesta.
Fue en esta pugna cuando los compañeros nos enteramos de que Juan pertenecía al PCE y que tu andabas, con Lolo, fundando la Joven Guardia Roja en esta Talavera de nuestros pecados. Luego más tarde, decidiste viajar a Madrid para estudiar Sociología y dejarnos, “por cabrones” tal y como decías. Sé que te desplazabas esporádicamente a la Ciudad de la Cerámica, alguna vez nos vimos, pero, por tu problema de movilidad, el mayor contacto fue telefónico.
En el tanatorio talaverano, en el último adiós a Manuel López, muchos descubrimos que ya andabas en silla de ruedas. Pero esto no fue óbice para que siguieras demostrando tu compromiso social en el barrio de Malasaña, donde residías. Volviste a ponerte el traje de activista e iniciaste una lucha por la mejora de la accesibilidad en las calles de esta zona de Madrid.
Siempre te gustó el asociacionismo militante y más el cultural, por lo que no nos extraña que fueras el alma de ‘Esto es pez’, una entidad que, como reflejó la prensa de la capital de España, proyectó hace pocos días un documental inédito: ‘Niños, niñas, Malasaña’. Una cinta rodada en 1978 y que es un fiel retrato del barrio en esa época.
Has fallecido y nos has dejado sin aire. El cuerpo de aquel joven revolucionario, larguirucho y dicharachero no volverá a estar entre nosotros. Pero, compañero, queda tu alma y permanecerá en el ambiente la alegrías que despegabas. Alberto, casi se me escapa una lágrima, y es que, con la edad, aquella dureza de los niños del tardofranquismo, como decía Umbral, se hace más tierna. Qué te voy a decir yo, verdad. Hasta siempre, amigo.
¿Cuál es tu reacción?