El ajuste

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Pasó San Pedro. Cuando era pequeño por San Pedro se ajustaban los pastores. Se les contrataban por un año. Por San Ramón, se ajustaban los muleros y mayorales. Más tarde, cuando aparecieron los tractores, los tractoristas.

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El ajuste no era otra cosa que establecer las condiciones laborales para llegar a un entendimiento entre empleador y empleado. Ahora lo llaman negociación laboral.

Si hacemos un símil entre los trabajos y las relaciones laborales de ahora y las de hace más de cincuenta años, encontramos situaciones muy parecidas a las que describe la actual jerga laboral.

Así tenemos “la retribución en especie”, eso que aparece como concepto en el certificado de retenciones del IRPF. Esa tipo retribución ya la negociaban los pastores. Era la “escusa”, es decir ovejas o cabras propias que pastaban con el rebaño del ganadero. Los muleros o mayorales tenían el “pijual, un pedazo de tierra que el propietario les entregaba para sembrar, principalmente garbanzos para su consumo anual.

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Por otra parte ahora se habla de los “fijos discontinuos”, a lo que muchos apostillan: eso ha existido siempre. Así es, en aquellos años esa figura quedaba escenificada en las cuadrillas de hombres y mujeres que repetían cada temporada en la misma casa para la recogida de la aceituna o la siega. Aun hoy en día gran parte de los fijos discontinuos provienen del empleo agrícola.

También ahora un término muy extendido es “la externalización de los trabajos o servicios”, es decir que un trabajo, que supuestamente se podría hacer con personal de la empresa, se encarga su realización a un tercero. Tampoco es tan moderno ni novedoso, ejemplos tenemos en las cuadrillas de podadores, en las de esquiladores o incluso en las huebras, aquello que se cobraba por un día de trabajo, generalmente de laboreo de la tierra.

Pero aún hay más, el próximo curso será el de la implementación de la Formación Procesional Dual, un sistema formativo donde el alumno compagina la formación con prácticas remuneradas en un entorno real, la empresa. Hace siglos, tanto los oficios artesanales, como los de ámbito agrícola o ganadero se surtían aprendices, zagales,  pinches o meritorios, los cuales tenían por encima a oficiales, mayorales o maestros con los que iban aprendiendo la teoría y la práctica del oficio.

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Durante siglos uno de los libros de cabecera para aprender las prácticas agrícolas y ganaderas fue escrito por el talaverano Gabriel Alonso de Herrera quien en el siglo XVI publicó varios tratados sobre la agricultura, incluyendo un vademécum de las “propiedades de las plantas y las virtudes provechosas a la salud humana” y que bien seguroque hoy muchas de esas plantas están en presentes en las tiendas de herbolarios.

Actualmente lo que se hace ver a las nuevas generaciones como novedoso, no deja de ser una adaptación a la sociedad y legislación actual de antiguas prácticas,  por mucho que nos lo quieran vestir de algo novísimo.

Estamos en la sociedad de lo inmediato y actual, donde lo pasado, lo anterior o lo antiguo se menosprecia. Parece como si todo ha de ser fresco, sin mácula de tiempos pretéritos. Sin embargo, de formamás bien inconsciente, seactualizan prácticas de ese pasado.Como dijo el sociólogo Antonny Gyddens: “La tradición no es repetición. Significa utilizar la sabiduría y conocimiento de generaciones anteriores para su conocimiento y nuevas posibilidades”. Y en esas estamos intentado ajustar lo pasado a lo actual.

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