Jornada de reflexión

Jornada de reflexión
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La jornada de reflexión se establece en la víspera de la jornada electoral en nuestro país. La Ley Electoral nos marca esta jornada como un día en que los electores tienen que tomar, con la tranquilidad y el sosiego necesario, cual va a ser su opción de voto. Por ello está prohibido pedir el voto o dar consignas electoralistas, para no sobresaltar al elector que en su foro interno mantiene una lucha por decidir cuál va a ser su mejor elección, al menos esto es lo que parece que debieron imaginarse los legisladores de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General.

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Yo, en cambio, la jornada de reflexión siempre la he asemejado a esa escena de El Quijote donde el Ingenioso Hidalgo se queda toda una noche a velar armas junto a un pozo en una venta manchega, siendo objeto de la mofa y burla del ventero y su huéspedes, y es que estas alturas de nuestra democracia tener una jornada de reflexión está más que amortizada y más aun ante elecciones municipales y autonómicas. El que más y el que menos ya sabe del pie que cojea el alcalde o a echado el ojo a nuevos candidatos.

Sin embargo los expertos electorales nos dicen que existe un gran número de electores que se bandea hacia uno u otro lado en cada elección y son los que realmente deciden el resultado, no creo que sea así.

Gran parte de los cambios de signo político en las elecciones están marcados por aquellos que a primera hora de la mañana se levantan, abren la puerta, miran al cielo y dicen: “Coño, mira que no iba a ir, pero con el día que hace lo mismo me acerco”, es decir el indeciso y abstencionista. Solo a estos la reflexión les ha ayudado a salir de su zona de confort electoral, ni los sociólogos se ponen de acuerdo cuales son los motivos que movilizan a este grupo: unos dicen que son los que votan en contra de; otros que se apuntan a caballo ganador y como una forma de autoestima votan a los que tienen segura la victoria y yo creo que es más una cuestión climatológica. Este año, por ejemplo, por haber sido un año tan seco, si el día 28 amanece lloviendo el abstencionista irá a votar, aunque solo sea para dar gracias por el agua caída.

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Si bien en una comarca tan rural como la nuestra de Talavera, los votos y votantes son habas contadas. Muchos de los interventores de las mesas llevan un recuento de votos en continuo, pues según entra un elector por la puerta, dependiendo a la familia que pertenezca, prácticamente tiene marcada la tendencia de su voto. ¡Si es que somos muy fieles! y al igual que muchos heredamos de padre a hijos los colores de un equipo de fútbol, lo mismo nos pasa con los colores políticos, puedes equivocarte en la tonalidad, pero no en el color base.

Así pues en la jornada de reflexión se debería exaltar aquel tan manido eslogan de la Transición que decía: “Habla pueblo habla, tuya es la palabra”, que en aquellos años a buen entendedor con pocas palabras le bastaban para saber que hubo un tiempo durante el cual el pueblo estuvo callado y por ello se debería incidir ante los críticos de sofá y barra de bar para que cojan la palabra, es decir la papeleta, se den una vuelta por el colegio electoral y voten, quizás rompiendo la quiniela de algún interventor, no solo porque es un derecho ciudadano, sino porque es lo que refuerza la democracia que nos dimos entre todos, con sus defectos y sus virtudes.

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