La terna ofreció un toreo de gran altura por momentos
Puerta grande para Espada en Bargas ante la torería de Fernando Robleño
Aunque los triunfos no se vistan de puertas grandes, en ciertas ocasiones, Fernando Robleño y por segundo día consecutivo, ha vuelto a dar un masterclass de toreo puro. Y es que Robleño entraba en la corrida por la vía de la sustitución, que se había ganado en la tarde del 18 de septiembre en Las Ventas, donde la espada se llevó la puerta grande en una faena memorable y de emoción ante un toro de José Escolar.
Fernando Robleño cogió la sustitución de Sergio Serrano tras el percance sufrido hace unos días en la feria de Albacete. De este modo el cartel estaba compuesto por Fernando Robleño, Adrián de Torres y Francisco José Espada ante reses de Montealto. Una corrida de toros seria y con trapío donde destacó el número 32 -tercero de la tarde- siendo premiado con la vuelta al ruedo.
Abrió la tarde Fernando Robleño ante un primero fiero y que no le puso las cosas nada fáciles. Robleño que es un currante en esto, le metió en el canasto poco a poco, por la vía del oficio. Se dobló con el animal en sus inicios con la muleta para sacarle a los medios.
Allí Robleño tiró de profesión y logró sacarle meritorios naturales. Mató de una estocada corta certera para cortar una meritoria oreja por su balance global con el primero de la tarde y que por lo tanto abría plaza.
En el cuarto de la tarde -segundo de su lote- Robleño se abandonó por momentos. Y a estas horas sigue emergiendo en su burbuja haciendo el toreo mientras que la gente que ocupaba el graderío apenas se estaba enterando de lo sucedido.
Toreo relajado, abandonado y de grandes quilates al natural de Fernando Robleño al noble cuarto. Fernando estaba haciendo el toreo por segundo día consecutivo. Pero en esta ocasión, apenas fueron unos pocos, los que se enteraron de ello.
Robleño meció con suavidad su capa para cuajar unas relajadas verónicas y un remate a una mano para dejar el toro colocado en el caballo. Con la muleta llegó la pólvora de verdad. A base de ligazón, ajuste y colocación se fue perfilando con el animal para brillar por naturales. Hubo muchos.
Y a cada cual, mejor. Robleño se abandonó y dejó naturales inmejorables. El final de faena estuvo cargado de torería y empaque. Pero en esta ocasión la espada no quiso entrar y lo que pudo ser un gran triunfo -hablando en el tema de trofeos- se quedó en una ovación con saludos.
Adrián de Torres dejó una tarde interesante a pesar de su corto bagaje como matador de toros y sin lugar a dudas, hay que verle mucho más. Al segundo de la tarde le toreó asentado y con ajuste. Estuvo voluntarioso con la capa donde meció a la verónica y dejó un ajustadísimo quite. Toreo ajustado con la muleta donde dejó naturales encajados.
Remató la faena con unas ajustadas manoletinas y estuvo acertado con los aceros para cortar una oreja. Con el quinto de la tarde fue todo diferente. Y quizás fue porque Adrián se pasó de faena y terminó prácticamente por aburrir al presente donde estuvo destemplado con el desigual animal de Montealto. Buscó la oreja que le abría la puerta grande con ahínco y por ello terminó pasándose de faena y desconectando a los tendidos. Una oreja que no llegó.
Francisco José Espada tuvo un lote extraordinario. Ambos animales tuvieron una condición excelentes en la muleta y ambos eran de serio triunfo. El de Fuenlabrada no estuvo por momentos a la altura de los toros que le tocaron en suerte, a pesar de cortar las dos orejas al tercero de la tarde, y abrir la puerta grande de este modo.
‘Jibon’ de Montealto fue un gran toro que se premió con una merecida vuelta al ruedo por parte de la presidencia. El inicio de Espada con la muleta fue francamente bueno, apuntando al lío gordo. Pero las siguientes tandas fueron irregulares y no tuvieron esa rotundidad que debieron.
Toreó al natural y estuvo poderoso en los pases de pecho y el toreo en redondo. Pero lo que le faltó a la faena en todo momento fue aire. Aire puro en la muleta le hacía falta al de Montealto que no abrió la boca y embistió con codicia. Mató con una estocada algo baja y cortó dos orejas generosas por parte de la presidencia.
Si el tercero fue bueno, el que cerraba plaza, tampoco se iba a quedar atrás. Otro animal importante e interesante de la ganadería madrileña. Pero la faena no cogió vuelo en ningún momento a pesar de ser una ocasión francamente buena.
No hubo conexión alguna con el público y con la espada estuvo desafortunado. Destacó con los palos, Iván García en el sexto de la tarde, que se desmonteró.
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