El Pleno municipal es sagrado, o debería serlo

El Pleno municipal es sagrado, o debería serlo
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Con la vena sacra, ese que perdí cuando un señor con casulla y muy emperifollado me abofeteó para confirmarme en la fe cristiana, comienzo esta columna para pedir humildemente y con fe que se respete al órgano colegiado de máxima representación y decisión de un municipio: el Pleno.

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Los ciudadanos tenemos como única potestad en la vida política, aparte de protestar, elegir a las personas que defenderán nuestros intereses en un parlamento y, sea cual sea la composición resultante, de ellos esperamos, pedimos y exigimos que el comportamiento y el trabajo sean leales, acordes y exquisitos.

En los plenos de la plaza del Pan esto que suscribo no parece que se lleve muy a gala y uno ya se cansa de ver, oír y callar ante exabruptos, insultos, bajezas, amenazas y demás zarandajas que se enmarcan en disputas políticas supremacistas, en demasiadas ocasiones por temas nacionales, y que nada interesan a la ciudadanía.

En la anterior legislatura tuvimos que padecer, además, el nulo conocimiento del reglamento que exhibió alguno de los nuevos salvadores de la patria, reprendido en no pocas ocasiones por ello; o la escasa preparación y deficiente oratoria de otros concejales, que depararon situaciones que rayaron lo cómico, así como también pataletas infantiles por querer acaparar cuota de protagonismo. Pues en esta, la cosa parece que no mejora

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Tras una decena de sesiones el nivel exhibido es muy mejorable y en el ambiente aún subyace que ninguna de las dos bancadas ha digerido el dictamen de las urnas y, por tanto, aprendido en la victoria y en la derrota.

También va siendo hora, por ejemplo, de que el Pleno se desarrolle con dominio de su normativa y respetándola; o que esté dotado de contenidos, para que no pase como en el mes de noviembre pasado que duró once minutos y que sólo una moción de urgencia lo salvó y justificó en parte la minuta.

O algo tan sencillo como que se responda a las preguntas que se hacen y que lo haga a quien se le hace. Lo de contar toda la verdad ya sabemos que es cosa de los periodistas, por lo que estaría bien que se facilitase documentación, el Portal de Transparencia se reactivase y que la web municipal dejara de ser un galimatías y un arcano insondable.

Cuatro años pasan rápido para los políticos sin embargo para los ciudadanos, que esperan resultados, son una eternidad. Hagan el favor, por Dios.

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