Su dueño desvela las claves
Un bar de Talavera vendió casi 6.000 botellines en Nochebuena
Un bar de Talavera de la Reina de apenas 25 metros cuadrados vendió durante el día de Nochebuena casi 6.000 botellines de cerveza.
Así lo asegura Jonathan Rivera, propietario del establecimiento 'Johny España Profunda', sito en la confluencia de la avenida Francisco Aguirre con la calle Isaac Peral, cecra de la Plaza de los Tres olivos.
El secreto de ese éxito en la 'tardebuena', "que los clientes se sientan como en casa" y ser capaces de tener tantos botellines "fríos", ha declarado a Efe.
Para hacer ese 'milagro', el bar cuenta con un almacén en el que tiene diez cámaras frigoríficas para poder vender la bebida a la temperatura óptima.
Rivera calcula que durante todo el año 2022 vendió unos 40.000 litros de cerveza que traducido en botellines -ya que en el bar no se vende cerveza de barril- son unos 200.000.
Sin embargo, los días de Nochebuena y Nochevieja se anotaron los récords, con 5.860 botellines y 5.100 botellines despachados, respectivamente.
"Fueron un triunfo, aunque confiesa que ambos días fueron estresantes y “un no parar todo el rato”.
La otra clave de sus ventas está en el precio. Pese a la subida de los costes generalizada, Rivera afirma que mantuvo y sigue manteniendo los precios que tenía este verano, ya que el hecho de vender tanta cantidad de producto le permite que sea rentable mantener el precio, sobre todo el del botellín a un euro, aunque bromea entre risas que no sube los precios “por solidaridad con los clientes”.
En este sentido, destaca que, desde el inicio de la pandemia, el establecimiento ha experimentado un aumento de clientela, debido en gran parte a la implantación de una pequeña terraza cerrada, lo que “ha permitido al local mantener a la clientela de siempre y a traer a nuevas generaciones”.
Por este motivo, el dueño del bar Johny-España Profunda augura un “futuro lleno de éxitos” porque ya no solo acuden a él los que iban hace 31 años, cuando su padre abrió el local “para buscarse la vida”, sino que se acerca clientela que ronda los 20 años, que hacen que el bar se rejuvenezca.
Un negocio familiar
El negocio familiar, que abrió en 1989 por el padre de Jonathan Rivera, pasó a ser suyo hace 11 años cuando tan solo tenía 25 años, debido a que su padre se jubiló y a él le gustaba estar detrás de la barra y ser su propio jefe.
Y resaltan que es un negocio familiar porque además de que pasó de padre a hijo, en el local solo trabajan dos personas: el dueño y su hermana, algo “que aporta plena confianza”, subraya Rivera.
Asimismo, tanto el dueño como su hermana, Cristina Rivera, afirman que el bar es su casa, y es que desde que nacieron han vivido en el bar, por lo que el trato con los clientes es familiar porque a la mayoría los conocen de siempre.
No obstante, admiten que la hostelería es un trabajo “muy sacrificado” y que les gustaría que la gente que acuda “tenga un poco de empatía”, añade Cristina Rivera.
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