Una novillada de Gabriel Rojas de triunfo desaprovechada por la terna
Los toledanos Villita y Miguel Zazo dejaron de pasar su oportunidad en la plaza de Las Ventas
No todas las tardes se tienen oportunidades como la de este domingo. Oportunidades de triunfo y oportunidades que se deben de aprovechar. Gabriel Rojas echó una gran novillada con muy buenos novillos en todos los lotes. Ni el albaceteño Sergio Felipe ni los toledanos Villita y Miguel Zazo fueron capaces de llevar al desolladero a algún novillo con las orejas cortadas.
Sergio Felipe estuvo falto de transmisión -algo que si tenía el novillo- en el primero de la tarde. Nunca llego a conectar con el público presente. Algún pasaje efímero por la mano derecha y poco más que destacar.
Al segundo de su lote tampoco le pilló el hilo. Donde el toledano Villita sí dejó un bonito quite al novillo de su compañero de terna. El de Gabriel Rojas demostró bondad y nobleza en la muleta, que una vez más no fue aprovechado por el albaceteño. Oportunidades así suceden pocas tardes y el de Gabriel Rojas se marchó con las orejas al desolladero.
Villita dejó los mejores pasajes de la tarde ante esta gran novillada. Quizás podríamos estar hablando de una posible oreja de no haber errado con los aceros. El primero de su lote se le castigó demasiado en varas y la res lo terminó acusando en la muleta. Dejo buenos muletazos desmayados al natural. No fue una faena de excesivos muletazos pero algunos tuvieron mucho sabor.
El segundo de su lote -quinto de la tarde- fue un tío. Un toro más que novillo. Seriedad el de Gabriel Rojas con un trapío tremendo. Villita estuvo hecho un tío con él. Centrado y dispuesto en la faena y con las ideas claras. No se arrugó para nada y estuvo solvente en todo momento con el de Gabriel Rojas. Lástima fueron los aceros donde nuevamente no volvió a estar acertado el toledano y sus opciones se esfumaron.
Miguel Zazo -el otro toledano acartelado- dejó pasar otra gran oportunidad con el tercero de la tarde. Otro novillo de nota de Gabriel Rojas. No se le vio cómodo en ningún momento y jamás llegó a coger el aire que pedía la faena en la muleta. Tampoco se encontró con el sexto y último que cerraba la tarde. Y menos aún con la espada.
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