Su lápida se encuentra en el Museo de los Concilios de Toledo

Siguiendo la huella de Imma Frita, una visigoda que murió en Toledo en el 579

Siguiendo la huella de Imma Frita, una visigoda que murió en Toledo en el 579
la lápida funeraria
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Imma Frita fue una toledana visigoda que vivía en la zona de Vega Baja y que murió a los 35 años el 8 de noviembre del año 579.

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Su lápida funeraria se encontró en el siglo XIX y está en el Museo de los Concilios y de la Cultura Visigoda, en Toledo, junto a muchas otras huellas de la historia.

"Para eso está la arqueología, para saber de nosotros mismos", afirma a EFE Jaime Gallardo, técnico del Museo de Santa Cruz de Toledo y de sus filiales (entre ellos, el Museo de los Concilios) y encargado del área de arqueología.

La lápida funeraria de Imma Frita es un ejemplo de cómo el rastro de una persona perdura mil quinientos años, pero también lo es de la importancia que tiene la arqueología y lo que aporta a lo que somos y cómo somos.

Lápida de Imma Frita (Foto: EFE).
Lápida de Imma Frita (Foto: EFE).

Porque, en realidad, la inscripción mortuoria de aquella visigoda toledana que vivió entre los años 544 y 579 no es muy diferente a las que hacemos en la actualidad: "el deseo es el mismo, perdurar para las generaciones siguientes. Es algo innato", ha indicado Gallardo.

Con ayuda de Jaime Gallardo sabemos que su lápida funeraria procede de la zona de Vega Baja y que ingresó en el siglo XIX en el entonces Museo Arqueológico de Toledo.

Aquel museo surgió a mediados del siglo XIX impulsado por la Comisión Provincial de Monumentos Artísticos, que se había creado en 1838, y estuvo ubicado en varios edificios de Toledo -San Pedro Mártir, San Juan de los Reyes y Diputación- antes de instalarse de forma definitiva en el Hospital de Santa Cruz.

Hasta el año 1958 no cambió su nombre de Museo Arqueológico Provincial a Museo de Santa Cruz, que se mantiene.

Las piezas arqueológicas ingresaban en el Museo por varios modos, generalmente porque algún "erudito" se enteraba de un hallazgo e indagaba para conseguir que se entregara a la Comisión de Monumentos Artísticos, en ocasiones solicitando apoyo al alcalde o al párroco de la localidad.

Toledana visigoda de tradición cristiana

La edad que tenía Imma Frita cuando murió era normal para una época con una esperanza de vida de 40 años. "A nosotros nos puede parecer joven, pero la esperanza de vida era muy corta. Lo raro era encontrar alguien de 50 años", ha contextualizado Gallardo.

De aquella mujer también sabemos que era de tradición cristiana ya que se aprecia en la lápida el símbolo de alfa y omega (principio y fin).

Toledo era la capital del reino visigodo y en ese momento el rey era Leovigildo, padre de Recaredo, que cambió la religión al catolicismo en el Concilio de Toledo (589).

La primera persona que transcribió la lápida funeraria de Imma Frita fue Fidel Fita, autor de 'Inscripciones romanas inéditas' editado en 1892 en el Boletín de la Real Academia de la Historia.

El sarcófago que se encontró entre Nambroca y Mora y que nunca llegó al museo

La Comisión Provincial de Monumentos Artísticos de Toledo no siempre tuvo el dinero necesario para llevar al Museo las piezas halladas.

Gallardo cita el ejemplo de un sarcófago que se encontró, en los años veinte del siglo XX, mientras se construía la carretera entre Nambroca y Mora: por falta de fondos no se pudo transportarse al Museo.

El técnico del Museo subraya que el patrimonio arqueológico de la provincia de Toledo es "inmenso" y recalca que es un "patrimonio de todos" que la ciudadanía debe conocer y disfrutar. 

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