Este viernes se cumple el cuarto centenario de su muerte
Juan de Mariana, el gran intelectual talaverano avanzado a su tiempo
El jesuita Juan de Mariana (Talavera de la Reina, 1536 – Toledo, 16 de febrero de 1624) destacó como filósofo, historiador y teólogo y nos dejó como esencia de su pensamiento, completamente vigente, su independencia, la búsqueda de la verdad y, sobre todo, vivir el "espíritu democrático de justicia, libertad y dignidad".
En el cuarto centenario de la muerte de uno de los grandes intelectuales que ha dado la Ciudad de la Cerámica, la Agencia EFE ha hablado con dos expertos en su vida y obra, el filólogo Jaime Olmedo, profesor en la Universidad Complutense y director técnico de la Real Academia de la Historia, y el profesor e historiador Luis Francisco Peñalver.
Su "independencia", humilde y consciente, y la "búsqueda arriesgada de la verdad" son la clave de su pensamiento, ha subrayado Olmedo, quien ha explicado que muchos autores caracterizan al Padre Juan de Mariana con un espíritu indómito y un ánimo provocador y libertario aunque en verdad él "nunca persiguió tal cosa, trató de evitarlo; y cuando no pudo hacerlo, lo lamentó, pero nunca se arrepintió".
Olmedo ha resaltado que Mariana fue cauto y huyó de la mentira, como se ve en su explicación de porqué detuvo su 'Historia general de España' en Fernando el Católico: 'No me atreví a pasar más adelante, y relatar las cosas más modernas, por no lastimar a algunos, si se decía la verdad, no faltar al deber, si la disimulaba', anotó.
Jaime Olmedo está de acuerdo con Georges Cirot, quien a principios del siglo XX afirmó que Mariana "vive el espíritu democrático de justicia, libertad, dignidad", y ha enumerado que "por sus imparciales avisos al poderoso, por su desinteresada defensa del débil, por su ideal de justicia, por escribir con imparcialidad la historia al servicio de su patria, el Padre Mariana es siempre un ejemplo válido y actual. Siempre puso al tiempo por testigo".
Juan de Mariana vivió cuatro reinados, desde Carlos V hasta Felipe IV, y aunque conoció las estructuras del Estado "persiguió principios más trascendentes": 'No quiero alabar mi mercaduría, ni pretendo galardón alguno de los hombres', afirmó en el prólogo a su 'Historia general de España' (1601).
Su escultura en Talavera, símbolo para los republicanos federales
Por su parte, Luis Francisco Peñalver ha afirmado que Mariana es "uno de los intelectuales españoles más relevantes a lo largo de nuestra historia", que destacó en varias áreas del conocimiento y que ha sido reivindicado en diferentes momentos, por ejemplo, en el último tercio del siglo XIX, cuando sus ideas fueron el baluarte para que los políticos republicanos ensalzaran lo que consideraron principios liberales propugnados por el jesuita.
La escultura de Juan de Mariana que se levantó en su ciudad natal en 1888 fue un acontecimiento que trascendió el ámbito local: no solo porque tardó veinte años en materializarse y porque en la suscripción popular participaron desde Sagasta hasta la reina regente, sino porque el día de su inauguración Talavera fue el centro de las fuerzas republicanas federales en oposición a la Exposición Universal de Barcelona, inaugurada siete días antes y que era la imagen de la dinastía borbónica.
"En Talavera de la Reina, la inauguración de la estatua de Juan de Mariana pretendió convertirse por parte de las fuerzas republicanas federales en un contrapunto a lo que se percibía en Barcelona por aquellas fechas", ha explicado Peñalver, y de hecho hasta la Ciudad de la Cerámica se desplazó el que había sido presidente de la Primera República Francisco Pi y Margall.
No era solamente una estatua en una pequeña ciudad "lo que estaba en juego" sino que los republicanos federales (en la Alcaldía de Talavera) marcaron un paralelismo entre el Mariana crítico a la monarquía de los Austrias y las ideas del Partido Republicano Federal, crítico con el sistema de gobierno dominante en España durante la Restauración borbónica.
La trascendencia política de Mariana todavía se percibe hoy ya que su imagen, junto a la de otros personajes destacados de la historia de España, está pintada en la bóveda del Palacio del Congreso de los Diputados.
La obra de Mariana, quemada en París
La travesía que pasaron muchas obras de Mariana visibilizan la influencia que tuvo.
'De rege et regis institutione’, escrita para mostrar la forma de buen gobierno al futuro rey Felipe III, fue quemada en París, delante de la catedral de Notre Dame, tras el asesinato del rey Enrique IV, y Mariana fue acusado de ser inductor indirecto por su justificación del regicidio ante el príncipe que gobierna al margen del pueblo como tirano.
'De mutatione monetae' es un tratado político en el que defiende el régimen parlamentario y tacha de ilícita la alteración de la moneda.
En esta obra Mariana denunció las manipulaciones monetarias que se estaban produciendo, es decir, hace cuatro siglos habló de lo que hoy conocemos como inflación. Esto lo llevó ante la Inquisición por haber cuestionado el derecho del rey (Felipe III) a acuñar moneda y disponer de su valor.
Y apenas un mes antes de su muerte, en enero de 1624, tuvo que defenderse ante la Santa Sede por un trabajo que había escrito años atrás sobre la Compañía de Jesús, y que fue publicado en Francia tras su muerte, en 1625.
Después de su muerte la Compañía de Jesús obtuvo la orden de la Inquisición de recoger las posibles copias de esta obra en España, que en 1627 quedaron incluidas en el Índice de Libros Prohibidos.
Curiosidades
El lugar exacto del nacimiento de Juan de Mariana no se conoce, aunque se atribuye a que fue en Talavera de la Reina.
Según publica la Real Academia de la Historia, es más que probable que fuera hijo ilegítimo de Juan Martínez de Mariana, deán de Talavera, y de Bernardina Rodríguez.
Adoptado por Juan Salguero, y por razones probablemente relacionadas con su legitimidad, fue bautizado en La Pueblanueva. La partida de bautismo encontrada en este pueblo data la fecha del bautizo el día 2 de abril de 1536.
Dicen que en el monte Piélago se inspiró el jesuita en compañía de unos amigos, el canónigo de la Iglesia de Toledo, Calderón y el confesor de Navamorcuende, Suasola, para llevar a cabo el mandato de García Loaysa, arzobispo talaverano e inquisidor general español de la orden de los dominicos, de escribir un libro que sirviera para educar, cultivar el ingenio y formar las costumbres del futuro monarca Felipe III, del que fue nombrado preceptor (profesor).
Estudió Filosofía y Teología en la prestigiosa Universidad de Alcalá de Hneares fundada por el Cardenal Cisneros y se doctoró en Teología por la Sorbona, histórica universidad parisina.
Uno de sus más destacados alumnos fue el sobrino del papa Marcelo II, Roberto Bellarmino, que con el tiempo se convirtió en uno de los más famosos teólogos italianos que la Compañía de Jesús, que llegó a ser custodio de la Biblioteca Vaticana, y firmante, como miembro de la Congregación del Santo Oficio, en contra del proceso abierto a Galileo Galilei por su novedosa teoría del heliocentrismo.
Tras su estancia en Francia, regresó a España en 1574. Si bien sus trece años en el extranjero le habían proporcionado conocimientos, experiencia y fama, también le ocasionaron un delicado estado de salud que le acompañó el resto de su vida, a pesar de que fue longeva y que le permitió asistir a cuatro cambios de reinados, desde Carlos V hasta Felipe IV, siendo este último el que le nombró cronista real.
Mariana fue nombrado por el Santo Oficio examinador sinodal de la edición siríaca de la Biblia Políglota o Regia de Arias Montano, al que enmendó, y censor de todas las publicaciones sobre Escritura.
En sus últimos años, Juan de Mariana se estableció en la Casa Profesa que los jesuitas tenían en Toledo, dedicándose íntegramente al estudio, llegando a ser reconocido como una autoridad en Teología y un reputado filólogo especializado en lenguas orientales, hasta su muerte a los casi 88 años de edad.
Su pluma valiente en aras de plasmar siempre la vericidad y sus pensamientos le valió estar, como queda dicho, en el ojo de mira del Santo Oficio de la Inquisición y de la Santa Sede, procesos que se taparon o solventaron sin mayores consecuencias para un hombre respetado, brillante, comprometido e inquebrantable y, sin duda, uno de los grandes pensadores del Siglo de Oro español.
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