Se encarga de reparar la maquinaria desde 1986
El relojero del reloj de la plaza de Zocodover de Toledo se jubila este año
Para Bienvenido Sánchez Díaz, el encargado de poner a punto todos los años desde 1986 el reloj más emblemático de la ciudad de Toledo, el situado en la plaza de Zocodover, éstas serán sus últimas campanadas debido a que se jubila el próximo 1 de enero, tras toda una vida dedicada a los relojes.
La Agencia Efe ha hablado con él a las puertas de la relojería que regenta en la calle Comercio, a pocas horas de que se den las campanadas del próximo día 31 cuando todas las miradas estarán puestas en ese reloj al que Bienve ha dado cuerda y engrasado desde hace 36 años, los primeros años junto a su padre, Bienvenido Sánchez Briones, de quien aprendió el oficio, hasta que éste se jubiló.
A sus 66 años, Bienve ha confesado sentirse "contento" por jubilarse, aunque ha puntualizado: "supongo que como todo el mundo, echaré de menos mi trabajo, en este caso el de un mecánico que ha sabido llevar el reloj de Zocodover y el de la Catedral Primada gracias a las enseñanzas de mi padre".
El relojero, echando la vista a atrás, ha recordado la vez que tuvo de desmontar el reloj entero debido a que cayó agua en el habitáculo del reloj por lo que tuvieron que desmontarlo y limpiarlo "muy bien", complicación que tardó en solventar entre tres y cuatro meses.
También ha recordado que, en la víspera del año 2000, el reloj sufrió otra avería que le entretuvo varios días y, cuando le llamó la prensa para saber qué pasaría si no se llegaba a arreglar a tiempo, les dijo que no hubiera pasado nada "porque hubiera ido yo mismo a tirar de las campanas, pero afortunadamente el reloj no suele dar problemas y, de hecho, no ha fallado nunca en el cambio del 31 de diciembre al 1 de enero, las campanadas no se han perdido nunca", ha remarcado.
Preguntado si recuerda alguna anécdota especial, se ha referido a la primera vez en la que subió al campanario durante la celebración de las campanadas y, desde esa posición, pudo ver "a toda la gente festejando la llegada del nuevo año" mientras la televisión grababa la escena desde este lugar.
También ha comentado el "peligro" que suponía entonces lanzar desde el campanario los fuegos artificiales, "por estar muy cerca del reloj" y, por este motivo, ha celebrado que, desde hace más de diez años, la pirotecnia se realice desde la explanada de la fachada norte del Alcázar de Toledo.
En cuanto a si le gustaría ser objeto de algún reconocimiento por parte del Ayuntamiento u otra institución, ha sido claro: "no quiero ningún homenaje, soy un mecánico que se ha limitado a hacer bien su trabajo, no he hecho nada especial".
A pesar de todo, ha manifestado que el de relojero es un oficio "muy bonito", aunque "no se vive bien" de él porque económicamente "no es un oficio que se corresponda con el trabajo que haces".
Y ha concretado que, debido a la actual competencia, "ni puedes cobrar mucho por el arreglo de un reloj ni tampoco por una venta, pues la gente hoy tiene un gran abanico de posibilidades y opta por grandes centros comerciales o por compras en plataformas de Internet".
En la entrevista con Efe ha recordado también que en 2020 le tocaron 40.000 euros en la lotería, "una cantidad que empleé para vivir durante ese año de pandemia, que tantas dificultades supuso para todos los comerciantes, en general", ha aseverado.
La historia del reloj
Al reloj de la plaza de Zocodover se le da cuerda una vez a la semana, presenta buenos niveles de precisión y tiene un pequeño campanil inmediatamente por encima, en las cubiertas que lo protegen, con tres campanas firmadas por la Dirección General de Regiones Devastadas y fechadas en el año 1945.
Según el historiador Julio Porres, la primera alusión a este reloj es de 1710 cuando era mantenido por Francisco del Río a quien el Ayuntamiento de Toledo abonaba anualmente unos 300 reales de vellón.
En 1900, se instaló una nueva maquinaria a cargo del relojero madrileño Aniceto del Valle, en 1936 un incendio producido por la Guerra Civil arrasó el inmueble y el reloj y, en 1945, tras la reconstrucción del edificio que hoy ocupa la Delegación del Gobierno, se instaló la máquina actual, comprada al relojero toledano José Hurtado, al que sustituyó el 30 de diciembre de 1986 el relojero toledano Bienvenido Sánchez Briones, padre de Bienvenido Sánchez Díaz, que se ha ocupado del reloj hasta este año.
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