Duodécima de abono de la Feria de San Isidro de Madrid
Sin suerte para Tomás Rufo en el petardo de El Puerto de San Lorenzo
Alejandro Lara 
No hubo suerte para el talaverano en su segunda comparecencia de la Feria de San Isidro 2024. Tomás Rufo llegaba a esta cita tras cortar una oreja en su anterior comparecencia y lo hacía en un cartel de relumbrón y que nuevamente había colgado el “no hay billetes” en las taquillas de Las Ventas. Acartelado junto a Alejandro Talavante y Juan Ortega frente a toros de El Puerto de San Lorenzo. Y una cosa está dejando clara El Puerto últimamente en carteles de relumbrón y se resume en una palabra: petardo.
Tomás Rufo
Tomás Rufo estuvo solvente, de verdad y por encima de su lote en todo momento. Una versión muy cuajada del matador afincado en Pepino. Rufo se puso de verdad en ambos toros pero la verdad -valga la redundancia- es que allí no había nada de nada. Imposible de conectar con el público con la condición que mostraban sus animales.
Con el sexto y último de la tarde se volvió a poner de verdad; se echó rodillas en tierra y puso aquello patas arriba. Poco duró ya que el toro se rajó y pidió tablas rápidamente. Rufo se recorrió la plaza de lado a lado intentando exprimir al máximo al manso de El Puerto sacando muletazos donde no había; como el que saca agua de un pozo vacío. Nuevamente se pasó los pitones del toro por la barriga. Asentado y de verdad. Se marchó ovacionado.
Alejandro Talavante
Alejandro Talavante cortó la única oreja del festejo en el primero de la tarde. Una gran faena del extremeño nos hacía presagiar que podría oler a tarde de triunfo, pero la realidad es que el primero fue el único toro valido de todo el encierro. Un buen toro de El Puerto y con el que encontramos una de las mejores versiones de Talavante al natural. Dispuesto y directo dejó varias tandas al natural donde rugió Madrid.
El cuarto -segundo de su lote- tuvo que ser devuelto a corrales. Inválido de salida y poco pudo hacer Alejandro con él.
Juan Ortega
J
uan Ortega desprendió sabor y torería con el quinto de la tarde bajo los berridos del tendido 7. Ortega dejó los mejores momentos de la tarde con el sabor y torería que desprende el de Triana en sus muñecas. Ortega estuvo dispuesto tras recibir un pitonazo por parte del animal cuando quiso pegarle un trincherazo por abajo.
Trazó, gobernó y ralentizó el toreo a través de sus muñecas. Y Madrid volvió a rugir.
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