En la muerte de Federico Martín Bahamontes

Aquel 1959 en el que el Águila de Toledo, genio y figura, ganó el Tour de Francia

Aquel 1959 en el que el Águila de Toledo, genio y figura, ganó el Tour de Francia
Martín Bahamontes, con el maillot amarillo en el Tour de Francia de 1959.
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"Tú puedes ganar el Tour. Olvídate de luchar sólo por la montaña. Tienes capacidad para ganar el Tour". Esta frase que le dedicó el mito italiano Fausto Coppi a Bahamontes mientras comían migas pudo ser el punto de partida para que un día 18 de julio, hace 64 años, el Águila de Toledo lograse una hazaña sin precedentes en el ciclismo y en el deporte español: ganó el Tour de Francia 1959.

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Ese punto de vista del 'campeonissimo' se cumplió en un año de grandes acontecimientos históricos en España. El presidente de Estados Unidos Dwight E. Eisenhower visitó nuestro país y el régimen de Franco inauguró la Basílica del Valle de los Caídos 20 años después del final de la Guerra Civil.

España aún lloraba las 144 víctimas en el pueblo zamorano de Ribadelago al reventar una presa del Embalse de Vega de Tera y necesitaba alguna alegría para aquella sociedad dividida, desgarrada.

El 18 de julio, entonces la fiesta del Alzamiento Nacional, llegó un regalo desde París. Alejandro Martín Bahamontes, conocido como Federico porque así lo impuso su tío, se convertía en el primer gran héroe individual en la historia del deporte español.

La prensa se volcó con el ciclista toledano, hijo de peón caminero que fue carpintero, segador, descargador de camiones de fruta y estraperlista. Un deportista de personalidad "muy suya", inconformista, con altas dosis de arrogancia.

El palmarés deportivo de España reflejaba como credenciales el gol de Zarra en 1950, los puñetazos de Paulino Uzcudun y las Copas de Europa del Real Madrid de Di Stefano.

En aquella España de posguerra la sociedad apenas daba crédito a la hazaña de Fede. Le recibió Franco, quien le dijo en la recepción en El Pardo que tenía "que seguir poniendo la bandera española en las cumbres más altas". Y le hizo caso al "Generalísimo". "He conquistado todos los puertos de Pirineos", dijo el Águila hace poco tiempo.

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Los periódicos también reflejaron detalles colaterales como el beso que su mujer, Fermina, dedicó al campeón en el Parque de los Príncipes de París. La esposa viajó a la capital francesa con una maleta y dos trajes confeccionados por una modista toledana.

Para muchos, incluso para él mismo, Bahamontes era un genio, alguien sin igual. Sobre la bici, un implacable escalador capaz de ganar seis veces el premio de la montaña del Tour, solo superado actualmente por el francés Richard Virenque, con 7 títulos.

El Águila de Toledo recibió su apodo de un periodista francés, en oposición a un rival y escalador de la época, el luxemburgués Charlie Gaul, conocido también como el Ángel volador.

Genio y figura

Los homenajes delante de su estatua en la subida al Miradero se han sucedido desde que se colocó en el año 2018.
Los homenajes delante de su estatua en la subida al Miradero se han sucedido desde que se colocó en el año 2018.

Se recuerda de aquel Tour del 59 que se competía por selecciones nacionales y también las disputas entre los corredores del mismo equipo. En el conjunto español no fue una excepción y fue célebre la polémica entre Bahamontes y Jesús Loroño.

Dalmacio Langarica, el técnico nacional, pensaba que Bahamontes podía ganar el Tour, pero lo complicado era convencer al toledano para que acatara sus órdenes sin rechistar.

"Si voy yo, no va Loroño". Y Loroño no fue. Eso resumía quién era el Águila dentro y fuera de la carretera.

A partir de aquel triunfo las leyendas se fueron sucediendo, aunque a veces con dosis de fantasía. Una de ellas situaba a Bahamontes en el alto de un puerto comiéndose tranquilamente un helado, mientras esperaba al pelotón.

Muchas veces volcánico, cuenta Bahamontes que no ganó el Tour del 64 porque le traicionaron los españoles, pero al parecer se debió a que "no hizo caso a nadie" y dejó tirado a Julio Jimémez, con quien iba escapado. Según Fede, los españoles ayudaron a Anquetil.

Fede era Fede, y no había otro igual. Dominó los puertos como nadie, pero su ego era de "categoría especial", como el Galibier y el Tourmalet juntos, casi como el Everest.

El Tour de Francia siempre ha valorado su figura, nunca se olvidó de felicitarle por su cumpleaños, coincidente con la carrera. La 'Grande boucle' homenajeó a Fede al paso de la carrera por Girona, año 2008. Ese día se le mostró una foto enorme, mítica, donde aparecían coronando el Puy de Dôme, codo con codo, Anquetil y Poulidor.

"Usted no sale en la foto, señor Bahamontes. Dónde estaba usted?, le preguntó Jean Marie Leblanc, entonces director del Tour. El Águila echó a volar su ingenio. "Cómo iba a salir en la foto, si yo iba escapado", zanjó.

Bahamontes era el campeón del Tour más veterano en vida y acababa de cumplir 95 años. En Toledo una escultura ensalza su figura, y mientras pudo hablar siempre dejaba perlas. Una enciclopedia de recuerdos, con él siempre como estrella principal. "Si yo tuviera el equipo de Induráin habría ganado siete Tours", decía.

La leyenda de Bahamontes como escalador traspasó el ámbito deportivo. La célebre película 'Amelie' se hizo eco del triunfo del Águila de Toledo en 1959 y la novela de Miguel Delibes 'Cinco horas con Mario' también alude al ciclista.

Con Bahamontes se extingue un ejemplar único de Águila. Que nadie los dude, Fede seguirá escalando. Ya estará buscando por las cumbres más altas a Julito Jiménez, otro rey de la montaña que echó a volar al cielo. Un relojero y un ave imperial. El ciclismo español, allá arriba, estará bien representado.

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