Historia de una tragedia que perdura en el tiempo
Una nueva vida en Parrillas tras ser vendida por un familiar como esclava sexual
Ayana (nombre ficticio), que nació en Benin (África Occidental) hace 26 años, ha comenzado una nueva vida en Parrillas, después de de ser vendida como esclava sexual con 16 años.
En una entrevista con la Agencia EFE en su casa de Parrillas, donde vive con sus tres hijos de 8, 4 y 2 años, Ayana repasa sus últimos diez años de vida, analiza su presente y mira al futuro con el sueño de convertirse en diseñadora de moda y viajar por el mundo.
Entró en España escondida en el salpicadero de un coche
La joven comienza su relato contando cómo la metieron dentro del salpicadero en el que entraba “gracias a que era pequeñita”.
Tenía 16 años e iba desde un país africano en dirección a Ceuta en un vehículo que una familia conducía para introducirla de forma irregular en España, unas personas a las que no tuvo que pagar dinero, aunque “tampoco tenía”.
Le habían dicho que iba a estudiar, pero la realidad era que un familiar cercano la había vendido como esclava sexual.
Según datos del mes de septiembre de 2024 del Ministerio de Igualdad, un total de 92.496 mujeres podrían estar en riesgo de ser víctimas de explotación sexual o trata con fines de explotación sexual.
Tras una serie de vicisitudes que ha preferido no detallar, Ayana llegó al centro de menores 'Mediterráneo' y allí recibió una llamada de su madre alertándole de la naturaleza del viaje, algo que comunicó al director de la institución, quien fue con ella a denunciar la situación ante la Policía Nacional.
“Quería volver a mi país, pero me hicieron ver que, con todo lo que había sufrido allí, no podía regresar”, ha relatado, sin querer dar más detalles de cómo fue su viaje, cómo había llegado al centro de menores ni cómo su madre se había enterado de la situación en la que se encontraba.
Con 17 años, y embarazada, llegó a una casa de acogida de religiosas en Madrid y después estuvo en un centro de acogida de Salamanca, donde permaneció desde los 18 hasta los 20 años, ya con su hijo Antonio, que en la actualidad tiene 8 años.
A los 22 años regresó a Madrid y conoció a la Fundación Madrina, que le proporcionó un piso en el que estuvo cinco años y le ayudó para regularizar su situación, por lo que Ayana está “muy agradecida”.
En ese tiempo, además de dar a luz a su hija mediana, María Esther, de 4 años, y a Maikel de 2, pudo estudiar cursos de costura y peluquería.
Cuando la vivienda tuvo que cerrar, le posibilitaron una residencia en el toledano pueblo de Parrillas, de apenas 350 habitantes, donde en septiembre del año 2023 comenzó una nueva vida con sus hijos y donde sigue recibiendo la atención de esta fundación.
Entre sus objetivos está conseguir el pasaporte y el de sus hijos para poder viajar. También aspira a que cuando su hijo Maikel cumpla tres años y vaya al colegio con sus hermanos, pueda empezar a trabajar.
Su sueño es ser diseñadora de moda, una profesión por la que lucha, estudiando, por el momento, la Educación Secundaria Obligatoria (ESO).
De estas vivencias, Ayana ha aprendido que “no puedes fiarte de nadie”, y ha añadido: “Ni siquiera de tu propia familia. Puede hacerte mucho, muchísimo daño”.
La denuncia que interpuso durante su estancia en Ceuta provocó la investigación y detención de cuatro personas nigerianas, que actualmente continúan en prisión.
'Pueblos madrina,' la solución para familias vulnerables y la España vaciada
El fundador y presidente de Fundación Madrina, Conrado Giménez, explica a EFE que el programa en el que está Ayana es 'Pueblos Madrina', con el que buscan mitigar el problema de despoblación de la España vaciada y solventar la crisis de la vivienda, ofreciendo alternativas habitacionales a familias vulnerables que no pueden sobrevivir en las ciudades.
Desde el año 2020, 36 familias compuestas por un total de 146 personas -110 niños y 36 adultos- han sido realojadas en diferentes pueblos de la geografía española, mientras que desde el año 2011 ya han sido atendidas 300 familias y 1.000 menores.
Dentro del programa, hay tres mujeres víctimas de trata sexual y “unos 15 casos” de violencia de género, según los datos que aporta la Fundación.
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