Por Alfonsi Álvarez, secretaria general de UGT Ciudad Real
La deslegitimación de los sindicatos: una estrategia de los poderes fácticos
En una época donde la precarización laboral y las desigualdades sociales están al orden del día, se hace imperativo reflexionar sobre el papel que juegan los sindicatos en la defensa de los derechos de la clase trabajadora. Sin embargo, esta labor se ve amenazada por una constante campaña de desprestigio impulsada por los poderes fácticos, interesados en mantener su dominio y evitar una organización efectiva de los trabajadores.
Los sindicatos han sido, desde su creación, una herramienta fundamental para la lucha por condiciones laborales dignas, salarios justos y derechos laborales. Han conseguido logros significativos a lo largo de la historia: jornadas laborales reguladas, el derecho a la huelga y la implementación de políticas de igualdad, entre otros. Sin embargo, en los últimos años, hemos presenciado un fenómeno alarmante: el creciente desprestigio hacia estas organizaciones.
Los poderes fácticos, que engloban a grandes corporaciones, medios de comunicación y, en ocasiones, gobiernos, han encontrado en la deslegitimación de los sindicatos un aliado estratégico. Al fomentar una imagen negativa de los sindicatos, se busca desdibujar su función y disminuir su capacidad de movilización y negociación. ¿Por qué les interesa a estos poderes que la clase trabajadora denueste a los sindicatos? La respuesta es sencilla: un trabajador dividido es un trabajador débil.
Cuando la clase trabajadora pierde la confianza en sus representantes sindicales, queda más vulnerable ante las arbitrariedades de los patrones y la explotación laboral. La fragmentación del movimiento obrero es un objetivo claro de aquellos que prefieren un escenario laboral donde las individualidades sean más fáciles de controlar que una masa organizada y unida. Esto se traduce en la posibilidad de implementar políticas laborales desfavorables sin oposición.
No obstante, es crucial que los trabajadores reconozcan la importancia de los sindicatos como defensores de sus intereses. Un sindicato fuerte no solo es un baluarte contra la explotación, sino que también es un agente de cambio social. La sindicalización permite a los trabajadores tener una voz colectiva, acceder a negociaciones efectivas y participar activamente en la construcción de políticas que les afecten.
La narrativa que nos presentan los poderes fácticos no se sostiene; es hora de cuestionar los estigmas y entender que la desconfianza hacia los sindicatos no beneficia a la clase trabajadora, sino que perpetúa un ciclo de abuso y desigualdad. En lugar de aceptar esta visión, deberíamos fortalecer nuestros lazos con las organizaciones sindicales y trabajar juntos para construir un futuro laboral más justo.
En conclusión, la defensa de los sindicatos es, en última instancia, la defensa de nuestros derechos laborales. La clase trabajadora tiene mucho que ganar al unirse y respaldar a estas organizaciones. Es tiempo de revertir la narrativa, revalorizar la actividad sindical y reconocer que la lucha por el bienestar colectivo comienza con la solidaridad y la organización.
La historia ha demostrado que los momentos más críticos de nuestra sociedad son aquellos en los que la clase trabajadora se ha unido en sindicatos fuertes y decididos. Así, enfrentemos el desafío con la convicción de que, juntos, podemos construir un escenario laboral donde los derechos no sean una concesión, sino una garantía para todos.
Alfonsi Álvarez es secretaria general de UGT Ciudad Real
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