Mucha tinta se ha vertido en los distintos medios de comunicación provinciales sobre el fallido proyecto del Gobierno del PP en la Diputación Provincial sobre la Ciudad de Vascos. El gabinete Tizón quiso hacerse con la propiedad de la finca en la que quería instalar parte de su complejo de navegación sobre el río Huso, sin llegar a abonar lo que los propietarios demandaban, y los tribunales echaron por tierra la iniciativa de los populares.
Pero detrás de este tira y afloja se esconde una historia de los más interesante. Los terrenos en cuestión eran propiedad de un farmacéutico de estas tierras que contrajo matrimonio con una navarra. Contaba con una farmacia en la capital de España y la finca la arrendaba para su explotación.
Este matrimonio no tuvo descendencia y al morir ambos heredan esta propiedad los familiares. Uno de los herederos es una tía de Marisol Luqui, que en la anterior legislatura fue delegada de la Junta de Comunidades en Talavera y concejal de Empleo en el consistorio de la Ciudad de la Cerámica. Además, la finca la explota en la actualidad el marido de Luqui, que también ha integrado las candidaturas del PP en las elecciones locales en su pueblo: Aldeanueva de Barbarroya.
O sea, que tanto la exdelegada de la Junta como su marido son fervientes militantes del PP. Pero, por eso del justiprecio de los terrenos, se ve que se rompió la armonía entre la exconcejala y los dirigentes provinciales populares. Luqui no tenía mal cartel como miembro del Gobierno talaverano y como delegada de la Junta poco pudo hacer, siempre estuvo sumisa a los designios de Cospedal.
Y tras no llegar a un acuerdo para la utilización de la finca, Luqui cayó en desgracia. No fue en la candidatura municipal y se la obvió totalmente por el PP. El cadáver político de esta mujer es uno de los que se ha cobrado la guerra de la Ciudad de Vascos, pero no será el último. La contienda continúa.
