viernes, 26 abril 2024
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Talento y talante

 

Miguel Angel SanchezAl equipo de gobierno del Partido Popular del Ayuntamiento de Talavera le han hecho aprenderse y no se cansan de repetir el mantra de que la oposición tiene el «todo el derecho al pataleo» ante la absorción/incorporación de dos concejales tránsfugas de Ciudadanos al propio Partido Popular. Es una forma fina de venir a decir que os jodáis y pa’ chulos nosotros, que ya sabéis que en política se torea mucho de pico, y que para los adentros es más complicado el asunto. El alcalde de Talavera ha puesto a todo confort —como diría un amigo—  a los cuatro tránsfugas del Ayuntamiento, saltándose a la torera el Reglamento Orgánico del Pleno (sí, con mayúsculas), o bordeando la frontera del asunto, ese espacio que siempre se deja para que la sin ley/alegalidad y el sindiós consabido, permita a los de siempre hacer lo de siempre. El alcalde ha puesto piso/despacho a cuatro concejales tránsfugas/no adscritos/traidores a las siglas con las que se presentaron a unas elecciones y les votaron los ciudadanos; y los anda colocando en los organismos autónomos. A dos, los ex de Ganemos, por los servicios prestados por imposibilitar de facto una moción de censura y debilitar la oposición. A los ex de Ciudadanos, por darle definitivamente dos años de pastueña tranquilidad para enfilar el 2019 en una irreal mayoría absoluta, pero que al final que me quiten lo bailao.

Al PP no le pasan factura estos asuntos, ésa es la máxima. El derecho al pataleo es una cosa; pero el derecho a la justicia otra. Cuando te pasas por el arco del triunfo la voluntad de la gente que aún cree en eso de las urnas y tal, el asunto debería tener consecuencias. Es cierto que gran parte del electorado popular da por aceptable y herramienta imprescindible el pedrisco de casos aislados de corrupción y todo lo que hemos ido e iremos sabiendo sobre el partido que aún gobierna España. Pero los moldes no deberían servir, máxime en una ciudad como Talavera de la Reina vapuleada, esquinada, frenada, dejada, ninguneada, olvidada y para la que los últimos presupuestos del Estado no dejan nada más allá de la propaganda al uso, y donde los fondos EDUSI se nos vuelven a ir, evidentemente porque no nos quieren más allá del Alberche, nunca —faltaría más— por incompetencia propia.

Talavera se merece otro trato. Algo acorde con los tiempos. Pero va sirviendo el compadreo. No pasa nada. Con la operación del Partido Popular y del alcalde de Talavera se cierra la puerta a todo. Se blinda el mismo escenario de los últimos seis años, y ahí está la decisión de tirar a la basura todas las mociones aprobadas por la oposición en los dos años que llevamos de mandato. Talavera seguirá con su piloto automático hacia ninguna parte, atentos aquí y allá a colocarse en Toledo, a obedecer y continuar saliendo en la foto. No oigo a ninguna de las nuevas plataformas «apolíticas» decir algo del asunto, tanto de éste como las ramificaciones que apuntan a presuntos nepotismos como a despilfarro de fondos públicos que nos hacen incurrir en déficit y por tanto a la necesidad de un plan económico y financiero tutelado por el ministerio de Montoro; o la imposibilidad de dotar al Ayuntamiento de plazas de nivel alto y medio, imprescindibles para salir del colapso actual; y avanzar. Nada.

Quizá todo deba ser así. Quizá la política, y más la local deba ser esta charca de mediocridad y donde cada uno se representa a sí mismo y sus intereses, adecuadamente adobados con la retórica al uso y la pertinente subordinación al escalafón del partido. Viejos esquemas para una ciudad que no escarmienta. Talento y talante. Así vamos y así nos irá.

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