martes, 19 marzo 2024
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¡A empujar!

 

Era mi abuelo, a la sazón, un hombre llano y cabal.  Republicano de cuna. Leído y sabio. De esa sabiduría fruto de su mucha afición a la lectura, de su insaciable curiosidad y del  paso de los años… De la adquirida en las aulas de la universidad de la vida.

Recuerdo que cada vez que mi abuelo trataba de inculcar en mí valores como el compromiso, el esfuerzo o el trabajo personal o colectivo, como método para superar obstáculos y alcanzar objetivos en contraposición a la pereza o la charlatanería,  me contaba aquella historia, no sé si real o inventada, que se asemeja mucho, salvando las lógicas diferencias, a  lo que estos días estamos viviendo en nuestra querida ciudad, Talavera de la Reina

jose maria dominguez okOcurrió que cierto día de esos que llamamos ‘de perros’ circulaba un camión militar con un grupo de soldados de muy diverso grado y condición,  cuando a la salida de una curva un enorme tronco atravesado en medio del camino impedía la marcha hacia el calor y la seguridad del cuartel.  Una vez superada la sorpresa inicial con la inestimable ayuda de mil y una maldiciones y juramentos, que en situaciones así es conveniente disculpar, se dispuso la comitiva a cavilar sobre el  quién, el cómo y el porqué de aquel despropósito y, finalmente, sobre la mejor forma de superarlo.  No tardo en olvidarse el frío y la humedad de la tarde al calor de la discusión.  ¡Que cantidad y variedad de doctas y enfrentadas propuestas y teorías surgían atropelladas y atropellándose entre sí sobre el ángulo exacto, el punto o los puntos de ataque y la fuerza vectorial necesaria que habría que aplicar!  No faltó incluso quién, receloso de las leyes de la física, propuso fiar la solución a la intervención divina  a golpes de padrenuestros y avemarías.

Fue entonces, cuando el sol se comenzaba a ocultar y la interminable discusión a eternizarse cuando dos de los soldados, los de más humilde grado y condición, que no habían dicho aún “esta boca es mía” por no molestar, se miraron y bajaron del camión en un gesto que pasó absolutamente inadvertido para los demás. Arrimaron el hombro y poniendo el alma en ello empujaron hasta apartar aquel obstáculo del lugar en el que nunca debió estar. Después, subieron de nuevo al camión y quedó definitivamente zanjada la discusión con un simple  ¡ya está!

¡Bueno! …  en realidad, zanjada del todo,  ¡no!  Cuando sus ilustres e  ilustrados compañeros comprobaron  lo inútil de su discusión se miraron entre sí, con esa mirada de estúpida superioridad de quien deja al descubierto su pereza y su mediocridad, hasta que uno de ellos,  (de muy lejos de aquí no sería) dijo aquello de: ¡BUAH!  ¡TU VERAH! ¡EH QUE EMPUJANDO, ASÍ CUALQUIERA!

Y es que, amigo lector,  uno tiene la sensación ante esta repentina avalancha de convocatorias y Plataformas, en muchos casos con gente muy principal, para sacarnos a todos y a toda Talavera del fondo del pozo al que ellos mismos nos han conducido,  de que no  hemos aprendido nada. Es como si en lugar de buscar la solución en el compromiso, el esfuerzo y la imaginación propias para generar y sacar adelante Proyectos y Alternativas lo suficientemente ambiciosas como para regenerar el tejido productivo y la actividad económica de la ciudad, ¡TODO! absolutamente TODO,  lo fiasen a lo que otros, los demás, puedan o quieran hacer por nosotros. ¡Si!  Menos análisis, menos discursos y menos excusas y ¡abajo todos del sillón!  Para sacar nuestra ciudad, Talavera, adelante, los primeros en empujar y arrimar el hombro tenemos que ser nosotros, ¡los talaveranos!  La ayuda externa, la de las otras Administraciones llegará cuando nos hayamos ganado su respeto en lugar de mendigar su lástima.

2 COMENTARIOS

  1. Menos mal que su abuelo no le vió criticar hasta la saciedad y boicotear todo intento de unión de la izquierda en Talavera, con un tonito de demagógica moralina obsesivo: hubiera sufrido ese gran señor
    Disfrutando en primera fila por el parabrisas del camión, cómo los demás intentan retirar el tronco donde IU tras su liderazgo se estrelló.
    Esto que demuestra que las generaciones vamos en retroceso, grandes abuelos, vulgares nietos

  2. ¿Y a los que arrimamos todo el día el hombro ayudar a esta ciudad y también colaboramos con las plataformas que reivindican fuera?, ¿a esos en qué saco nos mete?

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