martes, 19 marzo 2024
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La borrasca Filomena, una enemiga más del patrimonio monumental de Toledo

Efectivos de la UME limpian la nieve en el Casco Histórico de Toledo. (Foto: Alejandro Lara)

El inusual temporal que ha llegado con fuerza a la ciudad de Toledo también puede dañar su espléndido patrimonio monumental, sobre todo porque el hielo, al deshacerse, penetra en la piedra y en las estructuras de los edificios, y al solidificarse de nuevo debido al intenso frío de estos días provoca grietas que tal vez no se vean ahora pero sí con el tiempo.

Después de las primeras urgencias y de las situaciones más apremiantes, hay que revisar el estado de los edificios en esta ciudad Patrimonio de la Humanidad donde las consecuencias de la borrasca todavía son visibles.

El director de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, Jesús Carrobles; el deán de la Catedral de Toledo, Juan Miguel Ferrer, y la profesora de Historia del Arte de la Facultad de Humanidades de Toledo, Palma Martínez-Burgos, han hablado con Efe sobre cómo Filomena puede afectar al patrimonio.

Carrobles tiene claro que un temporal “insólito” como éste “puede afectar, y gravemente” a muchos edificios y otros bienes de Toledo como pueden ser sus jardines históricos, muchos de los cuales han quedado “en buena medida arrasados” y necesitarán años para recuperar su aspecto.

En lo que atañe a los edificios, las consecuencias se verán a corto y medio plazo. En un primer momento, las nevadas suponen una carga “brutal”, de incluso toneladas de peso en los tejados, que “agrava la situación de muchos, sobre todo los que están en peores condiciones de conservación”.

El director de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, Jesús Carrobles.

El hielo

Si a la nevada se suman las intensas heladas el resultado es que el hielo se quedará en bajantes, canalones y el sistema de desagüe, y ese ritmo hielo-deshielo afectará a la techumbre, los artesonados y los muros, porque el agua siempre tiende a buscar una salida.

A más largo plazo, ese hielo-deshielo hace que el agua penetre en la piedra y al llegar el frío vuelve a solidificarse y estalla, de forma que en estructuras como esculturas, cornisas o bloques de piedra se producirán pequeñas grietas que en caso de no sellarse provocarán daños. Tal vez no ocurra ahora, pero sí puede pasar en un par de años.

Ocurrió en la torre de la Catedral en 2018, cuando una pieza de la cornisa cayó a la calle un día en que hubo una pequeña tormenta de aire y lluvia: “no se cayó por esa lluvia sino por la nieve, el hielo y cosas parecidas a lo que estamos viviendo ahora, que luego, cuando hay alguna incidencia climática, ocasiona lo otro”, ha explicado Carrobles.

Dentro del Casco Histórico de Toledo hay inmuebles que están “magníficamente” conservados y si hay un problema se solucionará con facilidad, pero hay otros que requieren más atención, en especial los conventos, cuyas comunidades religiosas los cuidan “primorosamente” pero no cuentan con los medios suficientes.

“Este tipo de inmuebles son los que más pueden sufrir por situaciones tan complejas como las que estamos viviendo”, ha advertido el director de la Real Academia, quien ha señalado que es “muy difícil” percibir estos daños: se ve si un tejado cede, pero en el caso de alteraciones en el interior de las piedras no se detectan a simple vista y se necesita que los técnicos estén pendientes para ir planteando soluciones.

La Catedral de Toledo ya ha sufrido desperfectos por las inclemencias meteorológicas.

Las grietas

La profesora Palma Martínez-Burgos también ha subrayado que las bajas temperaturas y el hielo pueden provocar grietas “que terminen rompiendo y desestabilizando” alguna parte del edificio y espera que se haga un “seguimiento cercano”, sobre todo en esos edificios que ya estaban con “la señalización en rojo” debido a su estado.

Además, muchos edificios de Toledo están construidos con mampostería, ladrillo, madera y otros materiales que no son la piedra habitual del norte, donde habitualmente hay temperaturas más bajas que las registradas en Toledo esta semana.

Para Martínez-Burgos, una vez pasada esta primera fase hay que pasar una segunda de vigilancia de los edificios, inspección y refuerzo del mantenimiento.

En la Catedral de Toledo están valorando inspeccionar las cubiertas con un dron porque subir para comprobar su estado tras el paso de Filomena es “jugarse la vida”, ha señalado el deán, Juan Miguel Ferrer.

El culto religioso no se ha suspendido ningún día en el templo y todos los días han acudido fieles, aunque a veces lo han tenido muy complicado por el hielo, según el deán quien ha explicado como incidencia que se ha roto una de las dos acometidas de agua de la Catedral debido, probablemente, a que se ha congelado algún tramo de tubería.

Juan Miguel Ferrer, deán de la Catedral de Toledo.

La Catedral

En cuanto al edificio, Ferrer ha explicado que las cubiertas están en buen estado, y la que puede dar más problemas es la del Transparente pero por su inclinación ha retenido poca nieve y no se esperan problema, y tampoco se ven goteras en las bóvedas, aunque prevén que cuando empiece el deshielo habrá alguna situación a corregir.

La zona más delicada es la del ábside, en la capilla de los Reyes, sobre la cual ha afirmado que “evidentemente cuando empiece a deshelar estaremos muy atentos a que no se produzca ningún problema”.

También preocupan las humedades que pueden surgir, ya que para liberar nieve de las calles se han amontonado grandes cantidades contra las paredes de la Catedral, y de hecho en el exterior de la Capilla Mozárabe y de la Capilla de San Blas hay mucha nieve amontonada que puede ser una fuente de humedad en el futuro. “Estaremos atentos”, ha dicho el deán.

Un ejemplo de jardín histórico dañado por Filomena es el parque escolar de Toledo, situado en el Circo Romano. Este jardín se plantó en 1905 cuando el concejal Luis de Hoyos, padre de la antropología, llevó allí a los niños para celebrar uno de los primeros Día del Árbol que se conmemoró en España.

“Son esos grandes pinos que había hasta ahora y que eran los originales de aquel Día del Árbol”, ha lamentado Carrobles, que ha subrayado que son elementos que tardan un siglo en conseguir el porte que tenían.

Circo Romano de Toledo.

La Sal

Si la nieve y el hielo no son amigos del patrimonio, la sal que se utiliza como fundente en las calles tampoco lo es, ya que se diluye con el agua, pasa a los edificios, asciende por capilaridad y al secarse produce el mismo efecto que el hielo, esto es, aumenta de tamaño y estalla la piedra.

En ciudades como Toledo eran habituales las nevadas hace treinta o cincuenta años y los fundentes que se usaban eran cenizas de las chimeneas, paja o incluso estiércol, que fermentaba, producía calor y disolvía el hielo.

No es cuestión ahora de echar estiércol por las calles, pero era la manera tradicional porque en aquel momento lo que no había eran camiones de sal para echar sobre la ciudad.

“Nosotros hemos conservado los inmuebles que tenemos porque no hemos echado sal cada vez que hemos tenido nevadas”, ha recalcado Jesús Carrobles quien ha recordado que la sal está prohibida como fundente en muchos países.

No obstante, entiende que “en una situación como la que vivimos, hay que echar sal y lo que haga falta para poder tener una vida algo lógica y no matarse por las calles” pero sabiendo que “la sal es un elemento que también afecta muy negativamente a la conservación de la piedra”.

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