jueves, 25 enero 2024
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Los bordados de Lagartera atraen a las firmas de moda

La Maestra Artesana de Lagartera, María Lozano.(Foto de portada: David Blázquez)

La Artesanía de Castilla-La Mancha tiene uno de sus mayores exponentes en los bordados y de reconocimiento internacional son los que se crean en Lagartera y en la comarca de la Campaña de Oropesa.

Conjugar la tradición con la innovación y la moda es desde luego una de las posibles estrategias a desarrollar –nunca sencillas-, según la Maestra Artesana, Rocío Lozano, título que ostenta desde 2016, otorgado por el Gobierno regional.

Rocío es la tercera generación de bordadoras y su esposo, Juan Carlos Reviriego, cuarta generación dedicado a la comercialización en este negocio artesano en Lagartera. Pues los hombres también han desempeñado una labor imprescindible en el negocio de los bordados durante décadas. Hombre y mujer cada uno a sus labores, han hecho posible su éxito.

Lozano señala cómo importantes firmas de moda a nivel nacional e internacional se acercan en ocasiones a la artesanía de Castilla-La Mancha. “Para Loewe estuvimos recientemente haciendo algunas pruebas, aunque por el momento no ha sido posible…  y es que es complicado, pues no es solo el arte de saber bordar, sino el tiempo de producción que lleva cada pieza, que es elevado, los costes, plazos y demás”. 

Lozano explica cómo en otra ocasión colaboró con la diseñadora toledana de moda Ana García en  una exposición itinerante del Instituto Cervantes sobre moda que terminó en Japón. “hicimos vestidos y piezas de una belleza incalculable y exquisitas. Recuerdo que una de las piezas llevaba botones de hilo que nos llevaba hacerlos 25 minutos cada uno y terminabas incluso con dolor de dedos. Pero valió la pena… el trabajo fue más que bello y representativo del carácter español”.

También sus bordados han estado en el Museo del Prado de Madrid como complemento en una exposición que versaba sobre la Edad del Bronce o en el mundo del corazón, como la familia de Julio Iglesias, incluso la Reina Doña Sofía ha conocido de primera mano los bordados de esta casa en ferias y muestras, quizá por ello presida la tienda de Bordados de Lagartera Rocío Lozano, una foto de la Reina Emérita. 

 Pero, y aun siendo su mercado un mercado muy extendido a nivel nacional e internacional “con clientes de toda la vida” el bordado artesano en Castilla-La Mancha “no pasa por sus mejores momentos”.

Rocío Lozano muestra una capa bordada a mano de la diseñadora Rocío Lozano.

Clientes de toda la vida

“Nosotros, como tantas otras empresas de bordados de nuestra comarca y de la región, tenemos clientes de toda la vida. Concretamente, nuestras creaciones llegan a Estados Unidos, Argentina, países de la Unión Europea y muchos puntos de España, pero lo cierto es que el mercado ha cambiado… antes, por poner un ejemplo, todos los matrimonios iban con una dote, y eso se está terminando”.

En Lagartera es una localidad de referencia del bordado a nivel nacional, junto a otras zonas geográficas que pasan por la misma situación como Villamanrique de la Condesa en Sevilla -con el mantón de Manila- o el bordado de La Coruña. No hace tantos años, existían cerca de un centenar de casas comerciales de bordados y hoy en día apenas seis.

Según estos costureros, “para entender la artesanía, tienes que conocerla. La gente tiene que saber que lo que compra al artesano, no solo es un poco de su alma, arte y un oficio de siglos, sino que se lleva una pieza, casi una obra de arte, para toda la vida por la alta calidad del producto, con las mejores telas, hilos, etc”.

“Es muy duro cuando te traen unas servilletas de una gran superficie y te dicen que bordes encima… eso quiere decir, que no estamos entendiendo nada. Hay que formar y hacer llegar mucha información al consumidor sobre la artesanía para no desaparecer”, sostiene Rocío Lozano.

Y como muestra un botón, una mantelería de tres metros por uno setenta de ancho y doce cubiertos, se puede tardar en bordar hasta siete meses. Otro detalle, que tiene que hacer pensar en fórmulas para salvaguardar el oficio, un traje de lagartera sencillo, cuesta en torno a los 20.000 euros.

Un trabajo exquisito con precios justos que no compiten en el mercado del “consumismo de usar y tirar” y que buscan su espacio propio en el siglo XX para no perder nuestras raíces y la esencia de las costumbres de Castilla-La Mancha.

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