lunes, 5 febrero 2024
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Mi primer día de desescalada por las calles de Toledo

Texto t reportaje gráfico: Alejandro Lara.

Son las 12:00 horas de la mañana, sábado 2 de mayo de 2020. Después de casi cincuenta días confinado a cal y canto entre las paredes de una vivienda, voy a volver a ver la luz. Voy a volver a ver la luz, la calle y respirar el aire que tiene aroma a libertad. Libertad; que bonito nombre tiene, hasta que no puedes disfrutar de ella.

Me enfundo mi vestimenta y me pongo los nuevos accesorios que forman parte de la “nueva normalidad” para todos los españoles. Nos ponemos nuestros guantes y nuestra mascarilla, siempre con la máxima protección, y nos colgamos la cámara de fotos al hombro. Se echaba ya de menos cargar con ese peso…

Estoy en Toledo, la Ciudad Imperial. Encaro la avenida de Europa y lo hago prácticamente solo. Algún niño acompañado de su padre y algunos ancianos haciendo las compras rutinarias en los supermercados, ante otros de los héroes de esta pandemia tan letal.

Llego a la subida de correos y me la encuentro totalmente desierta, no hay coches en las aceras. ¿Raro, verdad? Quien viva en Toledo, me entiende. Que difícil es encontrar aparcamiento en esa zona…

Ahora estoy en el parque De la Vega. La imagen es desoladora, cerrado a cal y canto. Al igual que chiringuitos y la mítica churrería de Katalino. Jamás veríamos una imagen así de la Puerta de Bisagra, totalmente vacía. Vacía en esa rotonda tan inmensa, que se hace aún más impactante si cabe.

Los pájaros cantan y el ruido de las hojas se escucha en las aceras. La subida al miradero está completamente desierta. Tan sólo me acompaña la estatua de nuestro querido Bahamontes. Ahora sin gente, para poder fotografiarse con ella.
¡Ya casi estoy en Zocodover!

Los bazares chinos completamente cerrados también a cal y canto, pero la carnicería local está abierta y es que… cuánto hay que agradecer ahora al pequeño comercio en estos momentos, cuando antes, mucha gente no se había dado cuenta de ello… Apenas cuatro personas en la fila y mantenimiento la distancia de seguridad, esperando a comprar.

Decido seguir adentrándome por las calles más recónditas de Toledo y me empequeñezco cuando cruzo la calle Comercio y la calle Ancha. Estoy solo, en una calle estrecha y larga con la Catedral como testigo.

Impresiona y mucho, estamos acostumbrados a verla repleta de turistas y en apenas unas semanas debería de desfilar por ella, pero no lo hará este año, la custodia en nuestra fiesta (Corpus Christi).

También recorro la plaza del ayuntamiento, Santo tomé y sus calles con olor a mazapán, ahora cerradas. La calle Pescaderías y el Teatro Rojas, que ahora, si cabe aún, es mucho más impresionante.

No puedo quedarme más perplejo e impresionado de ver así mi Toledo, pero como dicen que una imagen vale más que mil palabras, os invito a que me acompañéis virtualmente a través de estas imágenes por el casco histórico de Toledo durante esta desescalada por el Covid-19.

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