jueves, 18 abril 2024
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Ciudad de Vascos

Panorámica del yacimiento Ciudad de Vascos.

Ciudad de Vascos constituye el importantísimo yacimiento arqueológico de una antigua ciudad hispanomusulmana despoblada. En el límite oeste de la provincia de Toledo, término municipal de Navalmoralejo, junto al río Huso, paraje próximo a Azután y Puente del Arzobispo, en la comarca histórica de Talavera de la Reina. El académico toledano Ricardo Izquierdo Benito, director de los trabajos de excavación, ha valorado así la importancia del yacimiento: “En un lugar apartado de agreste belleza, alejada de las principales vías de comunicación de la zona -lo cual, en gran medida, ha contribuido a que el lugar no haya sido expoliado-, ha conservado un importante conjunto arquitectónico (muralla, alcazaba, etc.), único en su género, declarado monumento histórico-artístico en el año 1932.”

El enclave es definido como “zona de difícil acceso”, lo cual es considerado como rasgo propio de toda ciudad hispanomusulmana: escarpes, desniveles y cuestas muy pendientes, caminos tortuosos, paraje de cerros y encinas, propicio a la sorpresa y al camuflaje.

Sobre su nombre e identificación se han barajado varias hipótesis. El arabista Félix Hernández identificó este enclave como la sede de la ciudad de Nafza, principal asentamiento de la tribu bereber conocida con dicho nombre. Sin embargo, Joaquín Vallvé, analizando un texto de Ibn Galib, comenta que la jurisdicción de Talavera se extendía a lo largo de tres distritos y uno de ellos era el de Basak, que Vallvé identifica con Vascos por la similitud del nombre.  De esta manera, el texto de Ibn Galib se consideraría como la primera referencia documental de Vascos, aunque no como ciudad sino como distrito. La aclaración en este punto parece obvia: la ciudad llevaría, por consiguiente, el nombre del distrito… Entonces, ¿qué quedaría de la identificación con Nafza y su tribu bereber?

Todas estas conjeturas permiten a Ricardo Izquierdo establecer la siguiente hipótesis conciliadora: “el nombre de la ciudad fue Nafza y el del distrito Vascos (Basak). Una vez que se abandonó la ciudad, su nombre cayó en desuso hasta el extremo que se olvidó, pero no así el de su territorio que terminó por quedar vinculado a la ciudad abandonada, a la que terminaría por dar su nombre actual. Esperemos que algún hallazgo epigráfico nos aporte algún dato definitivo al respecto.”

Las excavaciones, que se alargan ya por espacio de más de treinta años, han descubierto zonas propias de un enclave militar y un poblamiento o ciudad: muralla, alcazaba, mezquita, viviendas, baños… Y en el yacimiento se observan tres niveles diferentes de asentamiento: uno en época romano-visigoda y dos en la época islámica (omeya y taifa). He aquí la sucinta descripción de las diversas zonas y elementos hallados en el yacimiento.

La muralla

Puerta de la muralla.

La muralla, elemento esencial de las ciudades musulmanas, se adapta a lo quebrado del terreno y cerca todo lo que propiamente era la “medina” o poblamiento, superficie que abarca unas ocho hectáreas. Los muros, asentados directamente sobre roca natural, son de unos dos metros de ancho, de piedra labrada (sillares irregulares), con sectores bastante bien conservados. En ella se aprecian varios torreones de planta cuadrada. Es posible, y lógico, que estuviera coronada por almenas. Una serie de puertas y portillos abrían al exterior. Se han descubierto restos de las puertas (una al sur y otra al oeste, los dos accesos que permite el terreno), posiblemente adinteladas y, desde luego, defendidas cada una por dos torreones exteriores.  La puerta oeste era la más sólida, como demuestran sus sillares bien labrados a escuadra, y en su cara exterior exhibía como adorno un recio arco de herradura. Los portillos eran los accesos más utilizados por la gente a pie para las necesidades de la vida diaria.

Las excavaciones, ya en los años ochenta, permitieron descubrir en una zona de más de mil metros, al este del yacimiento. Este gran espacio dejó patente una serie de edificaciones y calles: tres edificios completos y seis parcialmente pues quedaban fuera de los límites marcados, al parecer correspondientes a actividades industriales. Las tres calles descubiertas son estrechas y su suelo es exclusivamente roca… “Uno de los mayores logros – escribe Ricardo Izquierdo- fue el haber dejado al descubierto  un tramo de murallas de 40 m. de largo, con un portillo y un torreón al exterior”. Pero el hallazgo más sorprendente fue tal vez el del Portillo, especialmente por su perfecto estado de conservación: “Tiene una anchura de un metro, una profundidad de 1,75 m y una altura actual de 1,90 m. Es de sólida construcción, estando su parte superior compuesta por tres grandes bloques de granito, presentando, tanto al interior como al exterior, un gran dintel monolítico.”

La alcazaba

La alcazaba era la vivienda militar, residencia del jefe y la tropa. En la Ciudad de Vascos se localiza, como es lógico, en la parte más elevada, al noroeste, desde donde se domina todo el poblamiento y los alrededores. Por el norte se defiende con un recio muro torreado y almenado. Por el sur resulta inaccesible, por la defensa natural de un precipicio y la corriente del río Huso. En el interior de la alcazaba se aprecian dependencias para cobijo de la tropa, almacenes, un aljibe que recogía agua de lluvia, todo ellos para abastecimiento. A la alcazaba se accedía por una calle empinada que sube desde la vaguada, a lo largo de un pasillo perfectamente controlado desde la muralla, y por una puerta con torreones. Estaba muy defendida. Para acceder a ella había que traspasar dos puertas y un estrecho pasillo sinuoso, con recodos, en parte tallado en la roca. El enemigo o invasor lo tenía muy difícil para penetrar.

La mitad occidental de la parte exterior de la alcazaba es un gran espacio que, en principio, debió utilizarse como barbacana (es decir, construcción defensiva para proteger la entrada principal de la alcazaba). Sin embargo, excavado este recinto, la sorpresa fue monumental: se trataba del espacio ocupado por una mezquita de planta trapezoidal.

Viviendas

Alcazaba y caserío de Ciudad de Vascos.

Las viviendas abundan en todo el yacimiento. Construidas a base de piedras careadas y tapial, constan de patio o corral, hogar o cocina con espacio para el fuego, habitaciones, establo, almacenes…, dependencias todas ellas de dimensiones reducidas. La anchura de las paredes y los muros de las habitaciones suele medir más de medio metro. No necesitan cimentación, dado que la roca madre está con frecuencia a flor de tierra. La parte inferior de las paredes se construye a base de mampostería rústica en hiladas irregulares, que se sujeta simplemente con barro e implemento de fragmentos de teja y pequeñas piedras o ripio para calzar y nivelar. Esta especie de zócalo es lo único que se ha conservado y se descubre en las excavaciones. Sobre él al pared se recrecía a base de tapial de no muy buena calidad. Las puertas eran adinteladas y las jambas solían  ser a base de robustas piedras verticales.  La techumbre solía disponerse con vigas de madera, sobre la que se colocaban ramas, juncos o retama, luego una capa de barro encima y sobre ella tejas curvas y alargadas, de las que se han encontrado grandes cantidades y algunas intactas.

En las viviendas ha aparecido una gran cantidad de piezas del ajuar doméstico que poseían, prácticamente todas ellas fabricadas de cerámica común: ollas, anafes, tapaderas, cazuelas, platos, cuencos, coladores, candiles, orzas, tinajas, cántaros, botes, jarros… También han aparecido instrumentos de hierro: picos, martillos, sierras, hachas, punteros, navajas de barbero, tijeras de esquilar, cencerros, agujas, herraduras, clavos, hoces, cerrojos, llaves, cuchillos, puntas de flechas… Piezas representativas de todo ello se pueden contemplar en el Centro de Demostración de la Ciudad de Vascos establecido en el vecino pueblo de Navalmoralejo.

El arrabal

El arrabal de los artesanos se descubre extramuros y en él se desarrollarían las actividades propias de los diversos oficios. En la zona este de la ciudad las excavaciones han propiciado sorpresas inesperadas, como es la existencia de una estructura urbanística en que se aprecian varias edificaciones, calles (lógicamente muy estrechas), desagües, etc. Lo más sorprendente, tal vez, fue el descubrimiento de una tramo de muralla de unos 40 metros de largo, un portillo y un torreón defensivo de 4 metros de altura y planta rectangular (3 metros por 2). Todo este conjunto ha sido interpretado como correspondiente a “un complejo de carácter industrial que sufrió algunas remodelaciones en el trascurso del tiempo”, situado en una especie de arrabal para evitar molestias de humos, desagües y malos olores.

Baño de la Mora.

Cerca del arroyuelo que discurre al oeste, en dirección al río Huso, se encuentra el Baño de la Mora, construido a base de unos recintos abovedados, de dimensiones más bien reducidas, en que se aprecian las necesarias dependencias para su menester: salas de baño frío, templado y caliente (con conductos del agua y cámaras entre las paredes), vestuario, sala de reposo y leñera. El vestuario, solado con lajas de pizarra, disponía de bancos y escalones y estaba techado con tejas. Desde este espacio se accedía a la sala del baño frío (bait al-barid), también techado, que disponía de un pilón tallado en la roca y cubierto con lajas de pizarra, a través del cual llegaba el agua fría desde el exterior por un canalillo de tejas. Una puerta comunicaba con la sala del baño templado (bait al-wastani), espacio abovedado. Desde esta sala se accedía la del baño caliente (bait al-sajun) o baño de vapor, pues el sistema era echar agua sobre el suelo, caliente gracias a un hipocausto del que no se han conservado restos, pero sí los rebajes del muro para los conductos del vapor y del humo del hipocausto. Adosada a esta sala estaba la leñera.

No faltaban, lógicamente, los cementerios (maqbara, en árabe). Dos se han descubierto en Vascos, extramuros, señalados en superficie por cipos (piedras hincadas verticalmente, que aún conservan en su posición original junto a las esquinas de las tumbas). Las tumbas han sido excavadas en número que superan el centenar, todas ellas dispuestas en dirección oeste-este. Están labradas en roca y son estrechas, para colocar el cadáver de costado (posición de enterramiento considerada típicamente islámica).

La mezquita

La mezquita constituyó en su momento el descubrimiento más sorprendente y gratificante, pues el espacio en que se excavó estaba completamente lleno de escombros, procedentes de los derrumbes de la muralla de la alcazaba. Su hallazgo justificaba por sí solo los trabajos de excavación. La planta del recinto es trapezoidal y su superficie supera los 130 metros cuadrados: longitud máxima de 20 metros y anchura que varía de 7 a 10 metros. La puerta de entrada se halla al noroeste por la calle en rampa que asciende hasta la alcazaba. Por la puerta se accede a un pequeño zaguán o vestíbulo, desde el que se podía acceder a la sala de oración o a la sala de las abluciones (otra pequeña estancia, en cuyo suelo aparecieron huellas de pilas con desagües…). La sala de oración es, lógicamente, la más espaciosa. Se distribuía en cuatro naves y dieciséis espacios, separados por dos hileras de columnas que sostenían entre sí los arcos centrales, mientras los laterales descansaban en las correspondientes columnas y en pilares adosados en los muros. Se han encontrado restos de estos pilares y fustes o fragmentos de columnas. Los arcos, que sostenían las columnas centrales y los pilares de los muros, eran de herradura, fabricados con ladrillo revocado sobre el que se pintaba un falso doblaje alternando los colores blanco y rojo. En el tapial del muro sur apareció el mihrab, que debió estar adornado con ciertas molduras artísticas y blanqueado con cal como todo el interior del recinto, incluidos los suelos.

El resultado de las excavaciones y análisis de los objetos hallados han permitido al director de los trabajos, Ricardo Benito Izquierdo, extraer una serie de conclusiones, que resumimos a continuación.

El espacio que ocupa Ciudad de Vascos debió estar poblado en épocas prehistóricas: un puñal de la Edad del Bronce y otros objetos lo atestiguan. Por otra parte, ciertas monedas y restos de un ara revelan la existencia de poblamiento del tiempo de los romanos (siglos I a IV d. C.), que posiblemente se asentaron aquí para trabajar minas cercanas. También han aparecido restos visigóticos, como un tenante de altar, lo que es estimado como hallazgo altamente significativo, en el sentido de que demuestra la continuidad, prácticamente ininterrumpida, de poblamiento en  el lugar… El haberse encontrado en el cerro de la alcazaba hace pensar la posibilidad de que allí hubiera existido una iglesia visigótica, continuación de alguna anterior basílica romana… Ello no haría más que corroborar la impresión de que fue ese lugar, el cerro de la alcazaba, el lugar primitivo y más utilizado por los sucesivos pueblos que se asentaron en Vascos en las distintas etapas de la prehistoria y de la historia, y posiblemente siempre , de una forma u otra, estuvo fortificado.

Conducción de agua.

Pero tal y como Ciudad de Vascos aparece en las excavaciones, el director de las mismas, Ricardo Izquierdo Benito, concluye que es fundación islámica. Se han reconocido huellas de poblamiento islámico en Vascos ya en los años del Emirato (siglo IX), por supuesto en el cerro de la alcazaba, población que por entonces tenía un carácter exclusivamente militar. Hay que aceptar, pues, que la Ciudad de Vascos, como tal, es fundación de la Época Califal y lo más posible es que se fundase por Abderramán III entre los años 930 y 950 y debido a tres tipos de razones: estratégica (Vascos reforzaría la línea defensiva del Tajo junto a fortificaciones como Alcolea y Azután, para contrarrestar el empuje reconquistador de los cristianos en la zona)), política (los omeyas controlarían así una zona hostil, poblada de bereberes, posiblemente del clan de los Nafza)  y económica (explotaciones minero-metalúrgicas cercanas). La última etapa islámica de Vascos es la Época Taifa, como territorio encuadrado en el reino de Toledo y vinculado al alfoz y a la defensa del iqlim o jurisdicción de Talavera, constituyéndose en especie de avanzadilla frente a la amenaza que suponía el vecino reino de Badajoz. Es la etapa en que el caserío y fortificaciones de Ciudad de Vascos alcanza su máxima extensión y población.

Río Huso.

Tras la reconquista de la zona por Alfonso VI, Ciudad de Vascos pasó a ser poblamiento o, mejor dicho, repoblación de cristianos. Su reconquista, posiblemente en 1083, debió realizarse sin violencia. Desde luego, fue el rey Alfonso VI quien lo hizo, pues se han encontrado diversas monedas de su época, convirtiendo Ciudad de Vascos en un emplazamiento militar defensivo que, muy pronto, pudo ser utilizado contra los ataques de los almorávides. Pasado el peligro de éstos, que venían empujando desde el norte de África, y conforme avanzaba la reconquista, Ciudad de Vascos, baluarte defensivo y estratégico por antonomasia, dejó de tener sentido. Quedó desubicado. Y empezó a despoblarse. En la mezquita, construida como hemos dicho en el espacio interior de la barbacana, a los pies de la alcazaba, se han encontrado varias tumbas cristianas. Ello se interpreta como consecuencia de la cristianización que se llevó a cabo en Vascos tras la reconquista por Alfonso VI. Posteriormente han sido halladas varias tumbas más. Es posible, pues, que aunque a partir del siglo XII se iniciara el proceso de abandono y despoblamiento, Vascos continuó siendo habitada parcialmente durante algún tiempo.

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