jueves, 28 marzo 2024
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Mariano Rueda

Mariano Rueda.

El retrato que hoy trae Miguel Betis a esta sección tiene su miga porque, entre otras muchas cosas, el personaje elegido puede evocar un buen tramo de la historia de la Ciudad de la Cerámica. No sé si es más popular él, Mariano Rueda, o el establecimiento que pasó a ser de su propiedad en 1965: el bar Nueva España.

Y es que Mariano ha consumido casi toda su vida –comenzó a los 14 años de edad- detrás de la barra. Debutó en el bar Lepanto, que estaba en el Arco de San Pedro, y después se cambió al Nueva España, a pocos metros de allí, cruzando la plaza del Reloj.

A sus 86 años, Mariano es una auténtica enciclopedia de Talavera y comarca. A lo largo de su vida ha vivido muchas experiencias y, además, las cuenta porque nunca rehúye la conversación.

Fue capaz de convertir el Nueva España en un centro de amigos. Periodistas, políticos, pintores y escritores bien lo saben. Y es que, durante muchos años, integrantes la Asociación de Informadores de Talavera (AIT) siempre hacía –el último jueves de cada mes- una parada allí tras entregar sus premios Cardo y Laurel.

Mariano, delante de la fachada del Nueva España.

Recibía a la comitiva Mariano y estaba deseando que dos miembros de ella –el desaparecido Enrique Ginestal y Manolo Cerdán- le abordaran para verter sus recuerdos.

Hablaba de Minuto, el apodo de su abuelo y de su padre, que eran los encargados de traer los viajeros, en su coche de caballo, desde el tren hasta el Hotel La Española, situado en la misma plaza del Reloj.

En esas charlas oíamos como su abuelo y su padre también actuaban en los entierros poniendo a disposición de los finados un coche negro –para los adultos- y uno blanco, para los niños. Mariano presume de que el Nueva España es uno de los establecimientos más veteranos de la ciudad, pues cogió el relevo del Lion d’or, que fue fundado en 1935.

Y la verdad es que el Nueva España ha permanecido al paso del tiempo, al igual que Mariano. Cada día nos saludan esas mesas de mármol tan confortables y todo aquel que deambula por la plaza del Reloj puede disfrutar de la fachada de cerámica que Mariano mandó instalar en 1998 y en la que resalta una imagen de su padre con el coche de caballos.

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