viernes, 29 marzo 2024
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Museo Ruiz de Luna: donde la cerámica toma vida

Desde 1996 una parte el antiguo convento de San Agustín del siglo XVII ocupa el más emblemático museo de Talavera de la Reina, el Ruiz de Luna de cerámica, en honor a Juan Ruiz de Luna, el más prestigioso ceramista que ha dado la ciudad, pese a que su nacimiento e infancia se radicaron en la localidad toledana de Noez.


Sus remodeladas dependencias interiores, ampliadas en 2013, albergan una importantísima colección de producciones alfareras, principalmente obras de cerámica tradicional talaverana, seña de identidad de Talavera de la Reina y que le confirieron a ésta el sobrenombre de Ciudad de la Cerámica.


En el Museo Ruiz de Luna pueden verse piezas que se remontan incluso a la Edad Media, aunque la mayor parte de la exposición permanente pertenecen a la época de mayor esplendor de la cerámica talaverana, la que abarca buena parte de los siglos XVI y XVII.


Sin embargo, la obra del insigne ceramista Juan Ruiz de Luna, cuya producción se data entre los últimos años del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, hasta su fallecimiento en 1945, supuso una vuelta a ese pasado de esplendor en decadencia tras la entrada en España de la dinastía borbónica.

Gracias a su denodado trabajo recreando dibujos y piezas de estilo renacentista, ya como maestro de alfar, la cerámica de Talavera de la Reina recuperó buena parte de su fama.

A lo largo de las diferentes salas y vitrinas de este museo, que destila antigüedad en sus piezas y modernidad en sus espacios, se pueden observar todo tipo de creaciones de arte en barro como murales, azulejos, bandejas, cántaros, jarras, jarrones, palmatorias, escribanías o platos con reminiscencias mudéjares; las series de la mariposa, del helecho, de la palma con golondrinas; obras del siglo XVIII en las que se aprecia la influencia de la cerámica de l’Alcora (Castellón); incluso piezas de marcado rasgo oriental de la denominada Serie Chinesca, realizada en Talavera y El Puente del Arzobispo entre los siglos XVI y XVIII, una buena muestra de esa atracción por lo exótico y de imitar las afamadas y costosas porcelanas chinas de la dinastía Ming que durante esa época fueron tendencia en los talleres.

Igualmente, cabe destacar la Serie Polícroma del XVII, Edad de Oro de la cerámica talaverana, un buen fondo cerámico de la mencionada localidad de Puente y, como una de las piezas centrales y de mayor dimensión y admiración del museo, el retablo-altar de Santiago, una obra de Juan Ruiz de Luna fechada en 1917 y que recibió el Diploma de Honor en la Exposición Nacional de Bellas Artes en Madrid de 1920 en la Sección Artes Decorativas.


 

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