miércoles, 7 febrero 2024
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Los tractores son buenos para la salud

 

virginia rincon fdezComo gran parte de los ingleses vivo y trabajo en ciudades diferentes. Vivimos en pueblos pequeños y tranquilos, trabajamos en ciudades grandes o polígonos industriales. Cada día tengo un trayecto de al menos 40 minutos en cada dirección. Estoy acostumbrada y se pasa volando. He encontrado una ruta alternativa a la autovía y voy por una carretera estrecha a través de campos de cultivo, cruzando pueblecitos y observando las estaciones del año y su despliegue de tonalidades.  Puedes escuchar la radio, hacer listas de la compra mentales, repasar los eventos del día… Y así, entre curva y curva, rodeada de ciclistas y esquivando perdices que se empeñan en cruzar la carretera sin mirar, el otro día me topé con un tractor.

Un tractor de apariencia infantil. Muy nuevo, de color rojo, y enorme, ocupando prácticamente los dos carriles. Perdí el hilo de mi lista de la compra y empecé a valorar rutas alternativas. Miré el reloj, calculé el retraso y lo tarde que sería cuando llegara a casa. Me empecé a impacientar. Apagué la radio y miré por el retrovisor la cola de coches que no esperaban tractores gigantes en su ruta alternativa campestre. Me dieron ganas de saludar a mis compañeros de procesión. Y me dio la risa.

De repente, algo me hizo click en la cabeza y me di cuenta de que no tenía prisa ninguna. Me di cuenta del largo tiempo que llevo corriendo. En general, por la vida digo. Todos los “tengo que” que añado a mis días, tengo que hacer, tengo que llamar, tengo que cocinar, tengo que hacer ejercicio, tengo que, tengo que. El tractor me vino a parar los pies y me hizo retirar la vista de la carretera, bajar la ventanilla y empezar a respirar.

A los que estamos lejos de casa nos gusta vivir corriendo también porque así se nos pasan las penas más fácilmente y con la ocupación mental parece que echamos menos de menos lo nuestro y se hace más llevadero vivir lejos de nuestras familias y nuestro hogar.

Mi Hogar, con H mayúscula, sigue siendo Talavera, aún habiéndola dejado atrás hace 9 años ya. Hogar es bajar a por el pan en el barrio del Carmen; es pasear por la Ronda Sur donde me escapaba cuando se me hacían cuesta arriba las clases en la Escuela de Idiomas; hogar es ir a mi dentista y que se acuerde de mi último empaste; también es encontrarme por la calle a alguno de mis profesores o compañeros del colegio y saber que al otro lado del puente de hierro crecen higos en la huerta de mi abuelo. Pero las cosas están como están, y por ahora, lo más razonable es seguir labrándome un futuro en la Isla.

Me he impreso una imagen de un tractor y la llevo en el coche. Sírvame esto de recordatorio de que no se trata de vivir apresurados ocupando cada instante para difuminar recuerdos y vacíos, si no de fluir a ritmo calmado, levantado la vista del camino y aprovechando cada momento posible para crear nuevos recuerdos aquí, y lo más frecuentemente posible, allí.

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