jueves, 28 marzo 2024
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La alcaldesa de Guadamur

EMILIO OKAdemás del alcalde de Seseña, la estrella política de la semana ha sido Sagrario Gutiérrez, la alcaldesa de Guadamur, por permitir ese aire fascista que reinó en la proyección del espectáculo de luz y sonido que se pudo ver en las Jornadas Visigodas celebradas en la localidad. La presidenta de la corporación municipal de Guadamur alega que ella no conocía aquello que se podía contemplar en la proyección, pero, evidentemente, confiaba en la empresa que la llevó a efecto.

Conociendo el percal, me cuesta creer que Sagrario no supiera el argumento del espectáculo, aunque tampoco tengo porque no creerla. Y es que ella no es una alcaldesa al uso. Controla todo y muy bien. Presume y hace gala de pertenecer al PP y no dudó en conceder a Mariano Rajoy el título honorífico de persona muy grata en su domicilio. Experimentó cierto altibajos en su vida política. Una época estuvo en alza, hasta se la conminó –por cierta parte de la militancia popular- a que compitiera con Vicente Tirado para ser la mandamás provincial y hasta soñó con serlo regional.

FRANCO-GUADAMUR VEs una irigente de raza, de las que van abundando menos. Se crió en este ambiente, pues en su hogar siempre se habló de política. No en balde, su hermano Rodrigo Gutiérrez, el actual director general de Calidad y Humanización de la Asistencia Sanitaria, ya fue alcalde socialista de Guadamur desde 1991 a 1997, y también ejerció como vicepresidente de la Diputación desde 1991 a 1995.

Un viejo militante del PP, que ahora ya está apartado del partido, la definió como un gorrión de plaza que rápido capta los movimientos interiores de su formación política. Quizá, por esa virtud, se han mantenido tanto tiempo en la cresta de la ola. Ahora ha cometido este error, un gran resbalón y la han crujido a críticas y con cierta razón. Veremos si esta superviviente es capaz de salir de esta marejada o, por el contra, se hunde. Es la enésima prueba de fuego para la alcaldesa de Guadamur, que supo esquivar las andanadas de la renovación popular y puso de manifiesto la excelencia de nadar, en distintas ocasiones, contra corriente.

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