Bajo la dirección de Sergio Sanguino, y en adaptación de Martirio Sanginés, anoche tuvo lugar en el teatro Palenque la representación de la obra teatral Mucho ruido y pocas nueces, de William Shakespeare.
El plantel de actores estuvo formado por los alumnos de la Escuela Teatro y Cine ‘Joaquín Benito de Lucas’. La obra contó, además, con la participación del coro de la Escuela de Música de Talavera, dirigidos por Arturo Moya Guillén.
Mucho ruido y pocas nueces (Much ado about Nothing) es una comedia de corte romántico. Está considerada como una de las mejores del autor inglés. La acción se desenvuelve en Mesina, Sicilia, y comienza cuando el príncipe Pedro de Aragón regresa triunfante de una batalla. Lo hace acompañado de Claudio, Benedicto y Juan (hermanastro de Pedro). Todos ellos son recibidos por el gobernador Leonato. Éste es el contexto de la obra.
La adaptación de Sanginés cuenta cómo a su llegada el ejercito triunfante a una localidad mediterránea, los protagonistas encontraran descanso a su fatiga, cobijo y también amor. Un amor que no siempre será fácil para los protagonistas por cuanto en la obra (también en la realidad) siempre hay quien por una variedad de circunstancias o razones está dispuesto a terminar con él o intentar arruinarlo. Aun así y pese a todo, en esta comedia de enredo, el amor triunfa.
En Mucho ruido y pocas nueves se dan situaciones cómicas y de tono ligero, pero en la que el espectador puede también apreciar aspectos más serios, como la manipulación de la realidad (amor, desamor, engaño), contraste entre maldad y bondad (intriga frente a conspiración), y finalmente ver cómo la verdad triunfa y coloca a las cosas en su sitio.
La obra resultó todo un éxito no sólo de público (unos 400 espectadores) sino por la excelente puesta en escena y la calidad de sus actores. Trepidante y a destacar la acción del cuadro femenino (Beatriz, Héroe. Úrsula, Macoque, Verges y Dogberry), así como el cuadro masculino, con la acción descollante de Leonato y Don Pedro, personajes en los que recae el mayor peso de la obra. Pero sin olvidar el buen hacer de Benedicto y Claudio, y las de Borachio, Don Juan y Fray Francisco. Sería éste último el que arranco los primeros aplausos del público al preguntar a Don Pedro de Aragón, si su nombre aparecía en los papeles de Panamá.
Subrayar el montaje musical, un eficaz acompañamiento de fondo sin que ello interfiriera ni un instante, todo lo contrario, en el desarrollo de la obra, lo cual no siempre es fácil.
La representación de Mucho ruido y pocas nueces logró captar la atención del público con un clásico de la comedia romántica, entretenerle y, sobre todo, hacerle reír con ganas.
