viernes, 19 enero 2024
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La huella sangrienta de Josu Ternera en Talavera

El etarra Josu Ternera unos momentos antes de ser detenido. Foto: Atlas.

“Ha sido una gran alegría y espero que caiga sobre él todo el peso de la ley”, con estas palabras ha calificado –a preguntas de este medio de comunicación- la detención de Josu Ternera un familiar de los tres muertos talaveranos en el atentado al cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza y del que fue autor –como dirigente terrorista de la banda- el etarra arrestado en Sallanches, una población situada en los Alpes franceses.

Precisamente la detención de José Antonio Urrutikoetxea, conocido como Josu Ternera y de 68 años de edad, ha cristalizado dentro de la Operación Infancia Robada, un nombre que recuerda el asesinato de los seis menores de edad –cinco niñas y un niño- en el atentado que sufrió la casa cuartel de Zaragoza en el año 1987, que ha sido calificado como uno de los más sangrientos de la historia y que costó la vida a once personas, tres de ella de la Ciudad de la Cerámica.

La explosión, además, causó 88 heridos, en su mayoría civiles, y el derrumbe del edificio, de cuatro plantas, donde vivían unas 40 familias, cerca de 180 personas. Los inmuebles del entorno también resultaron dañados.

Los talaveranos que encontraron la muerte en esta acción criminal fueron el matrimonio formado por María del Carmen Fernández y José María del Pino, que apenas sobrepasaban entonces  los treinta años de edad –una edad parecida a la de Josu Ternera– y su hija Silvia, de siete. Además, en el atentado, sufrieron heridas de consideración los otros dos hijos de la pareja: Víctor y José María, que en homenaje a su padre también pertenecen a las fuerzas de seguridad del Estado.

El atentado ocurrió en la fría mañana del 11 de diciembre de 1987. El blanco fue la casa cuartel de Zaragoza que estaba situada en la avenida de Cataluña, aunque el Renault 18 que portaba dieciocho kilos de amonal fue aparcado en un callejón colindante al edificio y denominado Villa de Ruesta. En la actualidad ya no existe ni este callejón, ni tampoco el cuartel.

Así quedó el cuartel de Zaragoza tras la explosión. Foto: EFE.

El vehículo de color verde fue estacionado por otro conocido etarra como Henri Parot y cuando los agentes le visionaron ya fue demasiado tarde. La explosión acabó con la vida de distintos agentes de la Benemérita y de sus retoños. Aquí, en una entonces ciudad convulsa por los avatares políticos y económicos, la noticia del atentado sentó como un tiro. El malestar invadió Talavera y el dolor reinó de igual modo que cuando, años más tarde, otro atentado acabó con la vida de José Ángel de Jesús Encinas.

Nacidos fuera, pero talaveranos

Tanto María del Carmen Fernández como José María Pino no nacieron en Talavera de la Reina, pero desde pequeñitos se criaron en la ciudad. Ella nació en el Pantano de Cijara y él en Alcaudete de la Jara. Pino ingresó en la Guardia Civil en el año 1973. Su primer destino fue la vigilancia de la central nuclear de Vandellós, en Tarragona, y de aquí pasó a Madrid donde ascendió a cabo. De la capital de España llegó a Zaragoza y se hizo sargento. Y aquí acabó su vida.

Según apunta el familiar de las víctimas consultado por Ahoraclm, ambos “eran muy conocidos en la ciudad. Tenían un carácter abierto y alegre y por ello contaban con muchos amigos. Pero el destino y ese asesino hizo que muy pronto nos dejaran”. José María Pino contaba con 33 años cuando el amonal se lo llevó por delante y su esposa María del Carmen uno menos.

El interlocutor con el que ha contado este digital también ha sido integrante de la Policía Nacional y sabe lo duro que ha sido vivir con el aliento de ETA en el cogote. Recuerda lo que significaba cada ataque de la banda para todos los cuerpos de seguridad y las ganas que tenía que Josu Ternera fuera apresado.

Y esto último ha ocurrido este jueves en tierras francesas. Tras una operación conjunta entre la Guardia Civil y la DGSI (el servicio de inteligencia francés). El arresto se produjo cuando se encaminaba a un centro médico para ser tratado de un cáncer diagnosticado hace años. Ternera llevaba en el momento de su detención una pesada mochila, por lo que los investigadores creen que pasaba buena parte del día escondido en el bosque.

El que fuera jefe político de ETA llevaba fugado 17 de sus 68 años de edad. Francia tenía dictada una orden de detención contra él para que cumpla una condena de ocho años que le impuso en rebeldía en junio de 2017. En España lo reclaman cuatro juzgados de la Audiencia Nacional.

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