Hace pocos días hablaba con un buen amigo periodista de Vicente García. Lo poníamos como ejemplo de hombre de partido a ultranza, de los que pasara lo que pasara siempre sería del PSOE, pues después de tantísimos años de militancia, desde la clandestinidad y en Francia, el PSOE se había convertido en parte esencial de sí mismo.
Hace más de 30 años que conocí a Vicente, cuando yo era un jovenzuelo irreverente que militaba en aquellas juventudes socialistas de mediados de los 80. Siempre tuvimos en Vicente, a pesar de las diferencias generacionales, un apoyo entusiasta. Él mismo fue miembro de las Juventudes Socialistas en Toulouse, junto con sus hermanos, y eso le hacía tener un cariño muy especial hacia la organización.
De aquella época conservo muchos recuerdos, muchas conversaciones y muchos buenos consejos. Pero también conservo como oro en paño un alfiler de la juventudes en el exilio que nos regaló a unos cuantos compañeros. He lucido muchas veces ese alfiler, y aun me lo pongo de vez en cuando y siempre me evoca a Vicente, a su figura menuda pero incansable, a su militancia entusiasta, a su espíritu de luchador inconformista.
Decía Pablo Iglesias que «Los socialistas no mueren: los socialistas se siembran». Estoy convencido que de la semilla de Vicente seguirán brotando durante muchos años generaciones de hombres y mujeres comprometidos con sus ideas, por la igualdad, por el progreso por la solidaridad y por la justicia. Su ejemplo de vida y de compromiso es un referente verdadero que perdurará para siempre en nuestros corazones.
Hasta siempre compañero Vicente García. Hasta siempre maestro y amigo.