martes, 30 enero 2024
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Los toledanos pueden esperar

Juan Sánchez.

¡Me encanta el Ayuntamiento de Toledo! Cuando Zocodover, corazón de la ciudad, se pone de obra, siempre queda Gerardo Lobo. Esta calle, en la zona baja del Miradero, con entrada por la Bola del Miradero y el propio aparcamiento, toma su nombre del militar y poetamonteño Eugenio Gerardo Lobo Huerta, conocido también como el capitán coplero, nacido en Cuerva, Toledo, en 1679 y fallecido en Barcelona en 1750.

A pesar de haber nacido en una localidad toledana, probablemente para la mayoría de los toledanos, sobre todo en estos días, Gerardo Lobo es donde el Ayuntamiento ha vuelvo a situar las paradas de salida y entrada de las líneas urbanas de autobús. ¡Es magnífico lo que hace el Ayuntamiento para que los toledanos conozcan a los personajes de su historia! Un lugar apartado y oscuro recupera el brillo de su historia por las decisiones municipales.

Claro que la campaña pedagógica de difusión de este autor se está volviendo en contra. Gerardo Lobo es hoy un lugar maldito al que los toledanos tienen que acudir de la mejor forma que puedan para coger el autobús o para acceder a Zocodover desde cualquier barrio. Lo compruebo esta noche. Diluvia en Toledo y en Gerardo Lobo hay una ristra de autobuses adormecidos, esperando que les llegue el turno de situarse frente al lugar de salida. 

A veces el autobús deja a los pasajeros en zona lejana al punto de llegada y las gentes dudan entre subir a Zocodover por la Bola del Miradero o hacerlo por el acceso al remonte mecánico. Es elegir entre lo malo y lo peor. Personas de todas las edades dan vida al paraje: ancianos, madres con niños en su carrito, simples ciudadanos…se disponen a subir la treintena de peldaños hasta llegar a la zona de los remontes, siempre tan inestables.

 ¡Y que luego funcionen todas las escaleras! Se nos llena la boca de accesibilidad, de eliminar barreras, pero en una acción necesaria de movilidad como es utilizar los autobuses, obligamos a los ciudadanos a hacer un recorrido verdaderamente dantesco, sobre todo por la noche y con lluvia, pero perverso siempre.

Claro que al final, tendrán premio: otros cuantos escalones que tendrán que afrontar para salir definitivamente del Miradero y llegar a la calle Armas y luego a Zocodover. El recorrido inverso no es más cómodo…

Llueve en Toledo, a cántaros. La lluvia es una bendición y nos da esperanza. Pero, mientras que los soportales de Zocodover están vacíos, en Gerardo Lobo no se instaló ninguna marquesina que proteja a los ciudadanos. ¡El cielo puede esperar! Total será un mes. ¡Esa gran obra de ingeniería  que es hacer accesible el paso de peatones entre los soportales de Zocodover y la propia plaza bien merece el sacrificio de los toledanos!

La plaza lleva en obras desde que pasaron las festividades navideñas. Antes se hizo una iluminación artística que al parecer va a ser inaugurada el 22 de marzo. Por cierto ahora la fachada brillará con más esplendor. Pero se trataba de poner bombillas no de tratar la fachada; y así se quedó la zona del reloj de Zocodover lleno de desconchones y grietas. Son intervenciones integrales…

Ahora damos luz a esas fachadas de Zocodover y como quedarán a descubierto otras necesidades ya tendremos otro motivo para hacer un nuevo expediente de gasto municipal.  Pero volvemos a la plaza: se talaron árboles, se levantaron viejas losas de piedra, se plantaron delgados almeces, se quitaron luego porque no daban la talla, se agrandaron y disminuyeron los alcorques, volvieron a plantarse otros almeces… Y por fin llegó el turno a la obra faraónica de algunos metros cuadrados en el paso de peatones….

El Ayuntamiento anunció a bombo y platillo que Zocodover se cortaba al tráfico tres semanas. Como ocurre en toda obra pública, la cosa ha ido despacio. El corte originaba muchos trastornos pero especialmente complicaba a quienes son usuarios del servicio público de autobuses.

Una obra de este tipo debería hacerse en varios días, pero el pliego de condiciones se hace pensando –quiero creer- en economizar y no en quitar inconvenientes a los ciudadanos, a la ciudad…Todos hemos comprobado los muchos momentos en los que en la zona no se trabajaba. Claro que podemos echar la culpa a las inclemencias meteorológicas. Cuando las cosas no se hacen bien, siempre podemos encontrar culpables…

Pero las sorpresas nunca vienen solas. El paso de peatones lleva terminado días y Zocodover no se abre al tráfico. Las malas lenguas dicen que como la iluminación se inaugura oficialmente el jueves 22 de marzo, el acto será completo. ¡A mayor gloria de los munícipes! Toledo va a tener una plaza de Zocodover con árboles vigorosos y de talla adecuada, se han eliminado las desigualdades de las losas de piedra, un mejor acceso pensando en todas las personas y una fachada de la zona de la Delegación del Gobierno y resto de viviendas tan plenas de luz que serán el elogio general del mundo.

Acabo de contactar con UNAUTO. Me indican que el Ayuntamiento les ha advertido que les avisará un día antes de que las paradas de autobús vuelvan a Zocodover. “Probablemente el día 22”, me dicen… Tengo la tentación de escribir el discurso que ese día pronunciará la autoridad pertinente. Seguro que acertaré en las ideas y casi en las palabras que utilizará: Toledo mejora un poco más, se ha pensado en los ciudadanos, tenemos un casco tan hermoso y tan iluminado que somos la envidia de occidente…

Por cierto, los autobuses turísticos han seguido accediendo a traer a los turistas a sus hoteles. Otros viajeros, como los que vienen en AVE, y que cogen autobuses a la estación enZocodover, tuvieron menos suerte y también son obligados a conocer ese rincón toledano que es Gerardo Lobo, haciendo honor a su apellido, un verdadero “lobo” para los ciudadanos sencillos que tienen la necesidad de utilizar el servicio público de transporte.

No es el primer corte de tráfico de Zocodover. Ni será el último. Pero, quienes tienen responsabilidades ¿buscarán otras fórmulas que originen menos problemas a la gente? ¿No hay otras soluciones? Sabemos que Toledo tiene una cierta complejidad urbana, pero hacer las cosas tan mal y, sobre todo, con tanto olvido de los ciudadanos, no está justificado. Desde mi punto de vista, que sólo soy un ciudadano.

                              Juan Sánchez Sánchez es académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.

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