Hilario Salinas es uno de los pocos talaveranos que ha sido doble funcionario. Ejerció de administrativo en el ayuntamiento y como integrante de la banda municipal de música. Era muy conocido en ambas facetas. En la primera, porque ayudó a arreglar mucho papeleo a un buen número de ciudadanos faltos de cultura y, en la segunda, porque aún resuena en los oídos de todos sus toques de trompeta.
Miguel Betis nos dibuja con su cámara a este hombre de 82 años que sabe a la perfección lo que significa Talavera y los talaveranos. Aprendió solfeo con José Simón y nada más cumplir los once años de edad, allá en 1947, recibió su primer sueldo como integrante de la banda municipal: 22,50 pesetas.
Ascendió de categoría al mismo tiempo que disfrutaba de la música y no cesó de aprender bajo la batuta de los maestros Simón y Rafael Iglesias. Consiguió llegar a primer trompeta, triunfó en la plaza de toros La Caprichosa con su magnífico toque de clarín y se convirtió en acompañante estelar de los mejores de la canción española en actuaciones con Marifé de Triana, Antonio Molina o Rafael Farina.
Ciertos problemas, que ahora no vienen a cuento, diezmaron la banda de música y para salvarla creó la Asociación Musical Maestro Simón, que llenó el hueco dejado por aquella. Gran amante de la cerámica, Hilario ideó que la cúpula del templete de los Jardines del Prado fuera adornada con esta artesanía en las que se aprecia pentagramas de La Revoltosa.
Y como un músico nunca se retira. Ahora, continúa haciendo sonar su trompeta a diario y relajándose con su sonido. La herencia musical de los Salinas continúa, pues si su hijo Javi es uno de los integrantes de Cuarto Bolero, su nieta Paula va para estrella del piano.
