sábado, 20 abril 2024
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Las cuevas-bodega de Méntrida pueden convertirse en museo

Una de las cuevas municipales de Méntrida.

Las cuevas-bodega de Méntrida se convertirán, en breve, en museo o en centro de interpretación.  Y es que, desde hace unos meses, el equipo de Cota 667. Arqueología y Patrinonio – Sergio Isabel, Ángela Crespo, María Quejigo y Miguel Ángel Díaz- trabajan en un proyecto de investigación histórico-arqueológica y de revalorización del conjunto de estructuras subterráneas que horadan el cerro del Castillejo de Méntrida.

En una primera fase del proyecto se ha procedido a su  documentación, limpieza y excavación arqueológica. Unas labores que han servido para localizar un suelo empedrado que cubre todo el recorrido de las cuevas, los apoyos para las tinajas construidos en las hornacinas y unas escaleras de acceso en una de las dos puertas.

También se han desarrollado labores de documentación arqueológica y un estudio histórico, incluyendo un levantamiento topográfico del cerro del Castillejo y una planimetría del interior de las cuevas, con apoyo en este caso del equipo de topógrafos de la Diputación de Toledo.

Ahora se ha pasado a  una segunda fase de restauración y adecuación del espacio para resolver  los daños producidos por la acción de las raíces de la vegetación y la humedad a lo largo del tiempo. De hecho una de las cuevas se encontraba inundada. Después se trabajará en los accesos, la iluminación y otros elementos para la futura creación del museo o centro de interpretación, algo que sucederá en la tercera y última fase del proyecto.

Once cuevas

El cerro del Castillejo alberga un total de once cuevas aunque actualmente una de ellas es inaccesible. La propiedad de la mayor parte de ellas es privada, y solo dos -a través de una donación- son municipales. Es en estas dos cuevas municipales en las que el Ayuntamiento ha apostado por llevar a cabo un proyecto vinculado a la gran tradición vitivinícola de la localidad.

Las cuevas de Méntrida poseen una estructura alargada y en línea recta y disponen de hornacinas para situar grandes tinajas así como un número variable de respiraderos -entre uno y tres- con impresionantes tapas piramidales graníticas o cónicas de ladrillo y mortero de cal. Fueron construidas en la propia tierra, con refuerzos de ladrillo en las áreas de las entradas o cercanas a los respiraderos, únicos puntos donde eran necesarios debido a la adecuada composición del terreno.

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