¿España, una república bananera?… ¡Ojalá fuésemos así de serios!

He visto en algunos lugares definir al régimen político español como una democracia de baja calidad. A la vista de los últimos acontecimientos, tan solo podemos concluir que dicha apreciación es rigurosamente falsa. La democracia española es una mierda tan grande como el sombrero de un picador, ¿para qué andarnos con medias tintas?

Hemos visto al Parlamento español, por mayoría amplia, reprobar al Ministro de Justicia, al Fiscal General del Estado, y al Fiscal Anticorrupción y aquí no ha pasado nada. ¿Qué tipo de país somos?. Sinceramente, cada día me siento más abochornado.

Es decir, que los representantes legítimos de los ciudadanos, por una gran mayoría (cabe recordar que se han puesto de acuerdo todos los partidos, salvo el PP) comunican, a través de la reprobación, que han perdido su confianza en esos tres cargos tan importantes. Esto además sucede en un momento en que la justicia es la única barrera que parece separarnos a los contribuyentes de la banda de saqueadores que nos ha estado gobernando. ¡¡¡Y aquí ni dimite nadie; ni a nadie se le destituye!!!. Pero ¿qué coño es esto?. El nivel de república bananera nos queda como modelo de organización política para semejante despropósito.

Obviamente la respuesta del gobierno, diciendo que la opinión de la mayoría del parlamento no les afecta, tan solo viene a confirmar la peor de las hipótesis: Las acusaciones de parcialidad de la justicia parecen estar justificadas, pues tanto el ministro como las dos principales cabezas de la fiscalía del Estado mantienen una relación con presuntos delincuentes a todas luces cuestionable, porque no queda clara la independencia de la administración de justicia. Tal situación es evidentemente incompatible con algo que se parezca a un Estado de Derecho.

Pero ojalá nuestro problema acabara aquí, porque si profundizamos más, nos damos cuenta fácilmente de la inmensidad de la montaña de mierda que es nuestra democracia.

Por un lado, los del PP, como si el asunto no fuera con ellos. Es evidente que se sienten seguros en la cúspide de tan inmenso moñigo (perdón por ponerme tan escatológico, pero no logro encontrar palabras elegantes adecuadas para expresar mi indignación). Son perfectamente conscientes de que mientras sigan en el poder, la defensa de sus encausados, y de otros que aún no lo están, es más eficaz. Es clamoroso como el PSOE y Ciudadanos son cómplices, porque sostienen a un gobierno que se pasa por el forro los más elementales principios de democracia. Si quisieran, tienen suficientes diputados, junto con Podemos, para sacar a Rajoy y sus secuaces del Gobierno. Si no lo hacen, se convierten en cómplices de la situación, por mucho que se rasguen las vestiduras en la plaza pública por la desvergüenza de los más altos cargos del Ministerio de Justicia.

Es evidente que entre los diferentes partidos de la oposición el nivel de complacencia, y por tanto de complicidad, con el gobierno actual es asimétrico. Podemos, con su presunta moción de censura, aunque está fundamentalmente dirigida a meter el dedo en el ojo del PSOE, al menos supone en lo estético la única iniciativa que se puede abordar desde el punto de vista democrático. Los del PSOE, por su parte, andan a lo suyo, en sus peleas internas, ya veremos qué sucede el domingo, y si el lunes siguen manteniendo su abstención activa y cómplice con el gobierno del PP. Y en tercer lugar, lo de los chicos de Rivera no hay por donde cogerlo. Han traicionado a muchos de sus propios votantes conservadores, que esperaban encontrar aire fresco en la formación naranja, y tan solo han encontrado complacencia con la corrupción.

Pero aún podemos penetrar más en esta inmensa montaña de estiércol, y buscar responsabilidades más ocultas del actual estado de cosas.

Una democracia respetable se construye desde la base de la sociedad. Posiblemente tantos años de franquismo sociológico nos han hecho impermeables a semejante perogrullada. Pero es así. Si mañana hubiese elecciones, el PP de Rajoy y sus compinches sería de nuevo el más votado, y quien sabe si no alcanzaría mayoría absoluta. Con estos mimbres, tan solo podemos construir un cesto de mierda. Más vale que vayamos todos asumiendo nuestra parte de responsabilidad en tan monstruosa cagada, porque de no hacerlo, volveremos a tropezar una y otra vez con la misma piedra.

Pero por otro lado, veo que aunque la oposición al PP se arranca los cabellos y se rasga las vestiduras ante los atropellos del gobierno, por ese motivo han acordado la reprobación, nadie pasa de la mera gesticulación. Nadie plantea una alternativa y una solución al problema de fondo: La dependencia política de la justicia. Es normal que no lo hagan, pues saben que si algún día llegan a gobernar, resulta de lo más conveniente tener a los resortes de los poderes del Estado cogidos por los huevos (con perdón de lo machista de la expresión, pero es que refleja perfectamente el actual estado de cosas). Si a esto le sumamos la ausencia de exigencia por la sociedad de reformas de este calado, pues nada, todos a chillar al Parlamento, y a asegurarse de que en caso de que gobiernen, los fiscales serán coleguillas.

El panorama es desolador, lo sé, pero si no nos percatamos de lo que está sucediendo, poco o nada podremos hacer al respecto. La solución ha de partir desde la base de una sociedad preocupada por el fulano ese de Eurovisión, por la última bronca de la Esteban y por la Liga de fútbol…

Mientras tanto, que nadie tenga ninguna duda, seguro que desde las inmensas cloacas del Estado, se han iniciado las gestiones para acabar con los últimos reductos de honradez, como pudiera ser la UCO de la Guardia Civil (quizá sobre esto escriba otro día).