viernes, 19 abril 2024
- Publicidad -

Violencias

 

Uno de los últimos libros que leí este pasado otoño fue A sangre y fuego, héroes, bestias y mártires de España, del periodista sevillano Manuel Chaves Nogales, donde recoge una serie de episodios de los primeros meses de la Guerra Civil. Conocía el libro por referencias, y sobre todo del autor, prototipo del español lúcido que no comulga con ideologías, sin etiquetas, y que acaba exiliado o, en el peor de los casos, fusilado en cualquier cuneta. Hay pocos libros como éste, y debería constituir lectura imprescindible en un tiempo de olvidos, amnesias y escoramientos preocupantes. Es un relámpago de realidad, un aguacero que te empapa hasta los huesos y te destripa el odio y la violencia. Realismo frío, como un cuchillo de hambre y rabia, de impotencia y desesperación. Miedo a la libertad, sectarismo. Crueldad por doquier.

Miguel Angel SanchezHe reflexionado bastante sobre este libro. Me vienen de vez en cuando algunas imágenes, vívidas y deslumbrantes sobre los extremos de la sinrazón. Qué incita al odio, a la provocación… la irracionalidad, el dolor… la simpleza del asesinato, individual o en masa. La impunidad. La fina piel que separa la cotidiana «normalidad» de la barbarie, y que es tan delicada como la atmósfera que nos protege del frío terrible y las radiaciones del espacio exterior, una membrana que se rompe, y aparecen Yugoslavia, Libano, Irak, Congo, Libia, Siria… Infinita lista por los siglos de los siglos.

Siempre me ha gustado detenerme tiempo delante de los cuadros (fotografías de cuadros) de Goya. Goya reinventa la pintura, la lleva por fin a escala humana, y dibuja a esos dos energúmenos hundidos en la tierra, matándose a garrotazos. Goya dibuja y pinta una violencia real, que te mira a los ojos y te devora. Goya inventa la modernidad o como se quiera llamar, lo que luego sería el fotoperiodismo, donde la violencia vuelve a ser herramienta. Goya coge a Leonardo y le dota -paradógicamente- de movimiento, tres dimensiones, lo saca a un mundo de barro, sombras y dolor. Galdós en los Episodios abre en canal a esa España que nunca ha entrado en sus costuras, panóptico inabarcable de una sociedad eternamente a medio hacer, sin cuajar, desventrada una y otra vez.

La violencia puede que sea consustancial al hombre. Pero es porque la violencia encuentra su mejor sustrato y alimento en los cobardes, en los pusilánimes, en los que se apartan. En los puros que no se manchan con el polvo de la vida, con la sangre de los agredidos, torturados, fusilados y amputados. El silencio y el cinismo de los cobardes es la gasolina de la violencia.

La violencia siempre es un instrumento, porque siempre es un proceso de acción/reacción, quien incita y quien ejecuta. Nos hemos dotado de herramientas tan imperfectas como imprescindibles para afrontar y solventar diferencias y conflictos. Hay que trabajar en mejorarlas, no en desmontarlas. Porque renunciar a ellas es volver a la barbarie. Como escribía ayer El Roto, «Cuando dejamos de creer en la fuerza del lenguaje, empezamos a creer en el lenguaje de la fuerza.»

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -spot_img
- Publicidad -spot_img
- Publicidad -spot_img
- Publicidad -spot_img
Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad