miércoles, 17 enero 2024
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Derecho a un trabajo digno y a un salario justo

 

El 6 de diciembre es un día de fiesta. Es indudable, porque celebramos que tenemos Constitución y, sobre todo, porque el cumpleaños nos sirve para recordar todo el tiempo que estuvimos sin ella y el que nos queda por vivir bajo su amparo. Con todos los cambios y modificaciones que los tiempos exijan, porque la Constitución, como nosotros, también se hace mayor,  empieza a notar el peso de los años y de los cambios que sufre cualquier organismo vivo. Y la Ley de Leyes tiene que estar así, viva y al servicio de la sociedad.

Aunque hoy es un día para felicitarnos, también es un día de reflexión, una jornada en la que todos debemos pasar revista a nuestras aportaciones a una sociedad justa e igualitaria , al cumplimiento de nuestros deberes como ciudadanos de un Estado Social y Democrático de Derecho. La Constitución regula y protege los derechos civiles y los públicos, los políticos y los sociales, manteniendo el equilibrio entre lo individual y lo social y, sobre todo, fijando las reglas del juego de la convivencia.

jose-gutierrez-kNo todo pueden ser parabienes porque caer en la autocomplacencia, conformarnos con lo que tenemos significa no trazarnos metas, no buscar soluciones y estancarnos para siempre. Y nadie puede estar satisfecho por lo conseguido mientras haya una sola persona sin empleo, un solo ciudadano que no pueda vivir dignamente y desarrollar su proyecto de vida por falta de un trabajo.

 La Constitución establece que todos tenemos el derecho y el deber de trabajar. También reconoce el derecho a un trabajo digno y con un salario justo. Y lo reconoce para todos. Ese era el objetivo que se marcó hace casi cuatro décadas, y que aún está lejos de conseguirse.

Por eso la fiesta no puede ser completa, ni en España en general ni en Talavera en particular. Con la crisis, con los años, hemos ido viendo cómo se ha ido deteriorando la situación de la ciudad, con un paro insoportable, con un importante descenso de población y, sobre todo, con un sentimiento de frustración y desesperanza que se deja notar en la vida diaria.

En el Día de la Constitución, y más allá de actos institucionales y de discursos al uso, debemos plantearnos las asignaturas pendientes. Y el empleo, estable y de calidad y suficientemente remunerado, es la primera, la más importante para las personas se realicen y la sociedad progrese.

No creo que en el espíritu de los padres de la Constitución, en aquel gran consenso de 1978, tuviera cabida la imagen que presenta hoy el país.  Trabajos precarios, mal pagados, contratos por días o por horas que no permiten independizarse, formar una familia y, mucho menos mirar al futuro con esperanza. No es esa la España que despertaba hace 38 años y que contaba con la Carta Magna para proteger y hacer valer los derechos irrenunciables. Y por supuesto, no es la España ni la Talavera que queremos.

Desde todas las administraciones se deben sentar las bases para acabar con el problema, y hay que hacerlo con amplitud de miras, con generosidad y, sobre todo, con los pies en la tierra, pegados a la calle y la la situación real de los ciudadanos. Porque el objetivo final es que se cumpla, de principio a fin, el artículo 35 de la Ley de Leyes, “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo”.

Como concejal, como integrante de una formación política,  he prometido cumplir y hacer cumplir la Constitución en toda su amplitud, cumpliendo los deberes como ciudadano y defendiendo la libertad, la justicia, la igualdad, la convivencia en libertad. Y luchando contra la pobreza, la injusticia, el sexismo, la violencia, la desigualdad.

Desafortunadamente, después de 38 años, a la falta de empleo  tenemos que añadir otros males que se han colado en nuestras vidas. Tenemos que hablar del precariado, de trabajadores pobres con salarios miserables, de pobreza energética, de desahucios…

Más que nunca tenemos que mirar la Constitución con los ojos limpios de aquel 1978, cuando todo estaba por construir, para volver a dar sentido a cada uno de los artículos que la conformaban. Al 35 en especial.

Ojalá en cumpleaños sucesivos podamos hablar de una España, y una Talavera en la que todos tengan un puesto de trabajo y una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, tal y como se recoge en el texto constitucional.

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