Hace ya unas lunas relaté en este balcón que el PSOE y Podemos estaban condenados a entenderse. Dice Ruiz Molina, el consejero de Hacienda del Gobierno regional, que son más cosas las que unen a estas dos formaciones que las que las separan. Hasta en lo económico, tal y como se puede leer en una información de al lado, están de acuerdo. Y, además, ambos partidos tienen un fin común: que no vuelvan a Castilla-La Mancha las políticas puestas en práctica por el gabinete Cospedal.
Precisamente, cuando escribí por primera vez sobre la muerte del pacto de investidura; algunos -que viven muy cerca la política regional- comentaron que ya veríamos en qué acabaría todo. El jueves, la cúpula socialista y la de la formación morada protagonizaron un primer encuentro. Dicen los interlocutores que fue una reunión de tanteo, que se sentaron algunas bases y se quedó en que más tarde volverían a verse las caras.
Parece que ambos bandos coinciden en la aprobación de los Presupuestos Generales porque las prioridades de los dos se asemejan demasiado. Y si se aprueba el proyecto económico de la región ya hay mucho camino andado.
No obstante, todo hace indicar que ahora no se rubricará un acuerdo de pacto, sino que habrá que ir, como dice el entrenador del Atlético de Madrid, partido a partido, acuerdo tras acuerdo, en pos de que el Gobierno regional no se desmarque hacia otras políticas de las que Podemos no quiere ni oír. Es decir que no se gire mucho hacia la derecha.
Con esta situación, que parece que cristalizará no muy tarde, Emiliano García-Page debe de torear con exquisitez. Tendrá que desplegar sus dotes negociadoras y sacar a relucir el temple que le ha traído hasta aquí. Será una etapa algo embarazosa para el Ejecutivo, pero tampoco será fácil para Podemos, que tendrá que poner en escena su convicción izquierdista y sin empujar al PSOE para no beneficiar al PP.
Vienen tiempos políticos muy interesantes, pero me da la impresión que no habrá inestabilidad. Y para ello ahí está Podemos, pese a sus amagos.
