jueves, 18 abril 2024
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Planes de empleo o ¿parches de ‘enreo’?

 

JULIO OKSi la madre, el padre y hasta el abuelo, que la cosa va teniendo ya preocupante antigüedad, de todos las batallas patrias es la generación de empleo y los planes institucionales que se alumbran al respecto se gestionan o congestionan al estilo ‘made in Talavera’, que dios y el paro nos pillen confesados.

Sabemos en este territorio comanche que los planes de empleo al uso son meros parches individuales a una alarmante y denigrante situación laboral talaverana, que demanda soluciones e inversiones conjuntas de mucho mayor calado.

Pero eso no es óbice para exigir que estas iniciativas, de pan para hoy y hambre para mañana, sean gestionadas con el rigor y la eficiencia que merecen los ciudadanos que a ellas se aferran como auténtica tabla de momentánea salvación. 

La selección de candidatos para ocupar las plazas ofertadas ya nos ofreció un contundente resumen de lo que es la improvisación, el cambalache y la arbitrariedad en lo que a la baremación de méritos respecta, con el alucinante agravante de quedar desiertas más de cien plazas por no cumplir ¿nadie? en Talavera los requisitos exigidos por la Junta, según le peta a Ipeta. Y el esperpento continuó, tú verás, con una puesta en marcha laboral y contractual del parche en sí que ha sido, miren ustedes, para mear y no echar gota.

Amén de la ausencia durante los primeros días de vestimenta adecuada para las labores asignadas e incluso de los preceptivos contratos de trabajo, las imágenes de cientos de trabajadores tumbados o recostados durante días en espera del bíblico mandato de ‘Lázaro, levántate y anda a hacer algo’, nos hace pensar que esto más que un Plan de Empleo es un mero plan de ‘enreo’. 

Un ‘enreo’ entre la Junta y el Ayuntamiento de Talavera que, en el fragor de la cansina batalla política, no han caído en la cuenta de que estas cosas no sólo hay que financiarlas, sino también organizarlas de manera seria y eficaz.

Para evitar, entre otras cosas, que los contratados anden como pollos sin cabeza, arremolinados y embobados en torno a una zanja, un seto o una farola, pour exemple, sin nadie que les indique qué tienen que hacer y cómo tienen que utilizar un material, caro por cierto, que por otra parte nadie vigila ni controla. Una auténtica chapuza y un demencial dispendio que tiene como única alegría, eso sí, los meses de curro de los afortunados, más el posterior reenganche al paro para los que completen seis meses de trabajo. Que no es poco, visto el panorama.

Lo que ocurre es que, además del vil metal, la puta base currante también vive del respeto, la dignidad y la satisfacción personal. Y de eso, nada hay en estos planes de ‘enreo’ que, insisto, son improvisados parches para una ciudad que necesita un horizonte alejado de las oficinas de empleo. Que es, témome, donde volverán los beneficiarios de estos planes financiados con un dinero público cuya rentabilización nadie controla. Una pena, una chapuza y un dispendio, ya digo.

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