domingo, 14 enero 2024
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Mascarillas contra los incendios públicos

 

JULIO OKHay casos, cosas, actuaciones y decisiones que, per se, vienen a confirmar lo que la puta base ciudadana viene, venimos, pensando tiempo ha sobre cómo se gestionan, congestionan más bien, los asuntos ciudadanos.

Y es que resulta que, por si la cosa no estaba ya lo suficientemente calentita, la Junta que presuntamente nos arrejunta ha propuesto que los neumáticos no quemados en el vergonzante y anunciado incendio de Seseña se conviertan en combustible. Combustible que, con la misma, el Gobierno regional compraría para calentar con él los edificios públicos de la región.

Lo que viene a constatar oficialmente, ya digo, que casi todo lo que quema y lima al populus populi, que decimos los comanches con dos copas, sirve mayormente para calentar las oscuras cañerías políticas de unas instituciones públicas especialistas en la creación de problemas, nunca en su resolución.

Una hábil táctica que sirve, claro, para disimular la propia ineficacia gestora y, de paso, cargar el mochuelo de turno a los enemigos íntimos que les precedieron en las poltronas. Enemigos que, a su vez, echan pestes por la permanencia de los problemas que ellos mismos crearon; prometiendo, en el colmo de la desfachatez, solucionarlos ellos mismos si la ciudadanía, ya con la picha hecha un lío, les devuelve con su voto al machito público.

Y vuelta a empezar. En este plan. En este bucle. En este kafkiano y cansino berenjenal que, insisto, ha quedado de nuevo públicamente desvelado y retratado con todo lo sucedido antes, durante y después del incendio producido y consentido en el cementerio de neumáticos de Seseña.

Oséase, primero se apilan y abandonan durante años los asuntos que afectan a la cotidianidad vital del ciudadano de a pie, luego se prende una chosca pública con lo apilado para calentar el ambiente de cara a una elección, una subvención o una sibilina concesión y, por último, se recogen los rescoldos sobrantes para avivar las vanidades y banalidades de las hogueras institucionales.

Y mientras, tú verás, la puta base ciudadana recluida en sus viviendas, los que las conserven, y pateando las calles con mascarillas para que el negro humo político no afecte también a un órgano vital, y la caguemos para siempre, una vez ajada y casi perdida la epidermis social, laboral y económica.

Que digo yo, por aportar ideas, que junto a las papeletas electorales que en breve nos inundarán, podrían adjuntarnos un lote de mascarillas para que, a pie de urna, no nos afecte e intoxique fatalmente esa fumata negra que, témome, volverá a habitar entre nosotros en esa nueva rueda electoral del 26 de junio, que también huele a chamusquina.

Otro incendio, aviso, a pagar, que no apagar, justificar y adjudicar al maestro armero. Como el de Seseña, mismamente.

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