Le robo la frase a uno de mis compañeros –socarrón donde los haya y siempre acertado- para titular esta columna de opinión, y opinable, que dará una pincelada de lo que tenemos y merecemos en esta bendita tierra de Talavera de la Reina.
Andamos enfrascados en esta nueva y apasionante aventura periodística en la que ya sin jefes medrosos y ‘pleitésicos’ intentamos, en esta incipiente aunque veterana redacción, hacer periodismo comprometido y siempre al servicio de la ciudadanía. Por algo a los medios periodísticos se les denomina de comunicación social.
Desde hace días me afloran recuerdos universitarios tras la desaparición del ‘padre’ de la semiótica, Umberto Eco: la guerra que nos dio ante tan ingente flujo de conocimientos y postulados a la hora de hacernos comprender el uso y manejo del lenguaje. Que se lo pregunten a Matías Prats, que arrastró la Teoría de la Comunicación cual mochila de EGB desde niño hasta púber.
Va a tener razón el maestro y habrá que hacer bueno y válido una de sus últimas aportaciones: el término ‘infoxicación’, en el sentido de que “el exceso de información provoca amnesia”. Ha sido curioso cómo en las últimas semanas nos hemos encontrado con varios casos que han pretendido que la infoxicación no se extienda.
En Educación, lo que otrora era una batalla constante y un pedir árnica a los medios para que atendieran sus plausibles demandas ha tornado en un “vamos a esperar”, con chivatazo incluido a los próceres. Y en la redacción pensamos: la gente no quiere líos.
Tras una sentencia publicada recientemente intentamos saber cómo se iba a plasmar la resolución dictada y ninguna de las dos partes quiso dar su particular opinión o posibles soluciones al conflicto. Y pensamos: la gente no quiere líos.
Las voces críticas deportivas, que las hay, te animan a que expongas públicamente el descontento, pero cuando pides un respaldo te dicen: “no, yo no quiero salir, dilo tú”, por lo que igualmente: la gente no quiere líos.
En urbanismo, el clamor por el Urban es notorio y las redes sociales generan tendinitis en hombros y dedos por doquier. Sin embargo, cuando filtras y te haces eco de opiniones y planteamientos serios y susceptibles de convertirse en información, el anonimato debe estar presente porque entiendo que a uno le cuesta acostumbrarse a ver su nombre y apellidos cuando de criticar se trata: mejor no significarse ni meterse en líos.
Hace poco los medios de comunicación hemos recibido un revés tras la ocurrencia –no hallo otro vocablo más atinado- de uno de nuestros representantes que ha pensado que al desvestir a un santo se van a vestir muchos más, es decir, el empirismo banal frente al racionalismo cabal. El mundo al revés. Lo grande es que nos hemos limitado a dar la información sin rechistar y sin defender lo nuestro… o vete tú a saber. Será que no queremos líos.
Y por último para no extenderme más, intentamos transmitir lo sucedido en una importante reunión a puerta cerrada mantenida esta pasada semana en el Ayuntamiento y al preguntar sobre el tema más candente a la presidencia de ese encuentro, ésta nos negó la mayor en un claro síntoma de grave infoxicación. Así pues, tampoco nuestros políticos quieren líos, digo yo que porque están liados en sus líos intentando desliar lo que liaron sin que se líe más el lío. En fin, un lío.
Perdonen que no haya sido más explícito en estos casos que Eco alabaría, por aquello de mitigar la amnesia en la humanidad, pero es que Ahora somos nosotros, en este caso yo, el que no quiere líos.
