Cada año en la segunda quincena de enero y primera de febrero tienen lugar las Fiestas de Invierno de los pueblos de nuestra comarca. En la mayoría de los casos son fiestas patronales, antiguas y entrañables. Se las llama cariñosamente “los santos viejos”, pues en ellas se festeja a algunos de los más antiguos santos de la Iglesia: San Antón (prácticamente en todos los pueblos, especialmente en Talavera), San Sebastián (en Parrillas, Belvís de la Jara, Los Navalucillos, Malpica de Tajo, Poyales del Hoyo…), San Vicente (en Cazalegas), San Ildefonso (Herreruela de Oropesa, La Mata…), San Paulo (Navalcán), San Blas (Cervera, Cebolla, Buenasbodas…), la Virgen de las Candelas (Gamonal y muchos otros pueblos), Santa Águeda (Montesclaros), San Apolonia (romería de Talavera)…
Estas fiestas fueron en su origen, según el antropólogo Julio Caro Baroja, una cristianización de ritos y tradiciones populares vinculadas a Jano, el dios romano que ha dado nombre al mes de enero. En ellas, desde antiguo, se impreca al santo para que preserve las cosechas y animales de todo tipo de plagas y enfermedades. Se repartían y reparten panecillos y dulces o caridades. Y las gentes se disfrazaban, y en algunos pueblos siguen haciéndolo, adquiriendo formas monstruosas, máscaras, etc… a la manera del Carnaval (en algunos pueblos, estas fiestas de invierno son vividas como el comienzo de los carnavales): eran los llamados “morraches”, que aún se mantienen con mucho auge en Malpica de Tajo.
Malpica festeja con sus “morraches” a San Sebastián. Comparsas de hombres ataviados con esperpénticos trajes estrafalarios, máscaras y látigos acompañan en la procesión del santo amenazándole y haciendo mofa… hasta que al final el santo los ahuyenta y terminan vencidos: el bien, que representa el santo, vence al mal y la peste (que representan los “morraches”).
También San Sebastián es el Patrono de Parrillas desde que así lo asumiera por voto solemne, en 1680, todo el pueblo reunido en la Iglesia Parroquial y, acto seguido, en el Ayuntamiento. Desde entonces los parrillanos festejaron a San Sebastián con solemne Misa Mayor y reparto de caridades (obsequio de pan bendito que hacen los mayordomos). Durante muchos años se hacía el festejo de los muharraches, de manera idéntica a los de Malpica, pero a finales del siglo XVIII lo prohibió el Obispo de Ávila (diócesis a la que perteneció Parrillas hasta 1955).
En Navalucillos los llaman “marraches”. El día de San Sebastián salen en grupos con sus trajes grotescos y mascaras. Uno de ello hace de “vaquilla” y arremete contra quien se pone delante. Se encienden luminarias. Y una de las costumbres consiste en tiznar a las chicas que se acercan a ellas.
Santa Ana de Pusa conserva la tradición de “Los perros de San Sebastián”. Comparsas de jóvenes, vestidos con pieles de animales deambulan por las calles con el rostro y las manos tiznados de negro. Con jeringas, vejigas y botas de vino llenas de agua simulan “mear” a las mozas que encuentran a su paso…
También, en algunos pueblos, aparecen estas fiestas ligadas a tradiciones y costumbres protagonizadas por los quintos: carreras de gallos, vaquilla, etc…, costumbres que enlazan en muchos aspectos también con los carnavales. En definitiva, las fiestas de invierno siguen siendo en nuestra comarca las que mejor conservan los pocos rasgos distintivos y originales que caracterizan y singularizan a cada uno de nuestros pueblos. En verano, todas las fiestas de los pueblos son iguales. Sólo las fiestas de invierno guardan aún las tradiciones propias de cada pueblo, que vienen a ser como sus señas de identidad. Dispongámonos a celebrarlas y participar en ellas con el cariño entrañable que merecen. En el fondo, con ello rendimos homenaje a cuantos antepasados nos precedieron en su celebración.